El tiempo de los bravos

Otra jornada de despidos, más compañeros en la calle y una ya mordida pero no digerida sensación entre los dientes: hay auténticos cracks en paro, cada vez más. Amigos míos a los que admiro por su capacidad de trabajo, su brillantez, su particular mirada que siempre me gusta leer y estudiar. Sin empleo. No puedo entender tanta sala triste

Pablo Garcinuño

Los 4 Palos

“Y tiene que pasar un rato largo para darte cuenta de que en este mundo nadie se mira a la cara, al menos a la real. El funcionario me mira a los ojos, sí, pero a los de la foto del DNI.”

Y es peor. Hay tipos realmente admirables en la nueva hornada. Despiertísimos, sabedores del jodido panorama. Vienen empujando. Es increíble que un país desperdicie tanto talento. España o rebota o explota.

Pero yo venía a hablarles de tiempos de cometas

…tiempos en los que apuraba cada martes, jueves, viernes y sábado para poder vivir todas las noches universitarias que quedaban. Una amiga que cruzaba la treintena me contaba entonces que no desesperara, que no cambiaría todo de la noche a la mañana. Un día vivirás sólo y te conocerás mejor -me dijo– y no serás muy diferente del que ahora eres: “Sabrás entonces mejor tus defectos y virtudes, tus letras y manías”.

Soy ese ahora, el peinacanas que conoce mejor defectos, virtudes, letras y manías. Y siento rabia al ver a esa generación que sale ahora al mercado laboral y se encuentra un ladrillo. Un ladrillo devaluado precisamente.

Pienso en aquel yo a punto de dejar Segovia y entrar a trabajar. Los últimos exámenes, las sensaciones, las despedidas que más dolieron. La brutal sensación de que la vida iba a cambiar de reglas sin poder oponerse.

Sentirse pequeño después de cuatro años de fanfarronería. Subirse a ese tren de Mi realidad que tan magistralmente refleja la cantautora Tiza…

“Hace tanto frío, hace tanto frío en este invento”

Salimos a comernos el mundo y nos llenamos de dentelladas. Besamos otros labios, visitamos otras camas y descubrimos que nuestros límites, fallos, lealtades y deslealtades estaban más allá de lo que imaginamos. Abrimos nuevas dimensiones y kilómetros, perdimos el contacto o al revés sentimos que algunos lazos nunca se desenredarían. Vivimos y perdimos como nunca.

El periodismolipsis llegó en 2012 para todos

La mejor nota media de la promoción hace noticias, toros y anuncios de grandes almacenes en horarios seguro interminables.

El mejor periodista de los nuestros (porque eso no se ve en la media sino en las actitudes y aptitudes) pelea gato panza arriba contra un brutal ERE motivado por un político mediocre desatado en una verbena de puñales.

¿Sabéis qué, amigos que ahora termináis? El peor día no es el último examen, ni el día de la última cena o cañeo. El peor día es después, un tiempo después. Esos días no te enteras porque todo parece girar igual. Deprisa pero más o menos igual.

Nuestra graduación fue un año después. Un año en el que ya cada uno había volado a mil lugares buscando un porvenir. Eramos los mismos pero ya no era lo mismo.

Y ahí están las fotos de los últimos supervivientes. La misma discoteca segoviana junto al Acueducto en la que cerramos tantas noches. Miradas, abrazos y poses…hasta estamos guapos y arreglados. Ese día en cada esquina se me aparecían la chica de la torta y la superdiosa…

“Presenté mis querenciales a tu risa y me clavaste una lanza en el costado”

…recordando los años de Ryan y Extremo cuando ya dejábamos de ser los canallas habituales y bajábamos del tejado para empezar a reconocer que ni el amor era infierno ni siempre íbamos a salir vivos cuando te juegas el tipo y no eres más que un miserable ratón.

Y de repente aquel día de la graduación me descubrí muy lejos de lo que tenía al lado. Distinto. Jodido. Miré a una de esas chicas que le dio sentido al viaje y me atreví a confesarle entre líneas lo que ella siempre supo:

“Hoy no es un día cualquiera. Hoy ese nos vemos pronto va a ser mentira. Hoy sé que te voy a echar de menos”

Contestó su mirada y su silencio. Ese día ya sabíamos que nada de aquello volvería. Ese día llegué a casa y lloré.

Ojalá podáis vivir lo que nosotros vivimos. Os necesitamos. Chicos, joder…Suerte.

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4 thoughts on “El tiempo de los bravos

  1. Eres un cabroncete… Pero se agradecen los ánimos. Aunque me has dejado un poco triste… a mí, que soy defensora del optimismo! Ya vamos, ya llegamos… y las ganas no nos las quita nadie 🙂

  2. Bué, no hay por qué preocuparse: estos chicos tienen la ventaja de que además de tener el talento y la ilusión saben a lo que se enfrentan. Y si están ahí, y le echan huevos, y confían en que nadie pueda pararles nadie podrá pararles.

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