Coleccionista de jejes

Para mí era Tereminaitor: una ametralladora de palabras siempre alegre y sonriendo y siempre de aquí para allá con algún proyecto. Me habían advertido de que era así, pero no sabía el huracán que se me venía encima: oírle hablar, contar cosas, reírse… todo eso sin parar. Ella actuaba de tal manera, como si fueras un amigo de toda la vida. Pero ésa era sólo la segunda vez que nos habíamos juntado.

Para entonces, eso sí, ya habíamos hablado mucho. Horas de charla a través de la pantalla que acababan a las tantas. Nunca jamás me sentí tan capaz de lograr mi frustrado sueño de enamorar a una deportista. Alguien que me retirara de todos los vicios, me obligara a hacer deporte y me hiciera ir a ver todos sus partidos.

De hecho, así nos conocimos… entre balones de voleibol, una cámara de fotos y un par de guiños de la baraka.

Ella tenía ideas claras y yo cuatro meses por delante para dejar la universidad. Era un mar de dudas, bastante cretino, dejado al viento a ver qué melodías traía la flauta. Estaba en uno de esos momentos de crisis de final de carrera, sin saber qué hacer ni a dónde ir ni si todo lo estudiado iba a valer para algo. Sólo sabía que si no encontraba trabajo me tendría que ir a Granada y que aceptaría cualquier cosa que no fuera televisión, todo menos eso.

Siempre fui un prodigio de profeta.

Pero no la idealicé por el deporte, sino por su sonrisa. Decía que la comedia era representar el optimismo y ese espíritu optimista (incansable) me dejaba en fuera de juego. Me hacía cambiar de nick de Messenger si no le convencía. Le gustaba acostarse pronto al son de las palmadas. A mi me gustaba gritar que el amor era un infierno

Le escribía mucho, siempre buscando sus sonrisas de respuesta. Pasó lo inevitable: un día me di cuenta de que ella ya no era sólo la que más tiempo ocupaba en mi cabeza: había ocupado el recinto.

Febrero de 2005. Engañé a Deivid y su novia para volver al pabellón. No hicimos nada bien. El contramaestre se iba a Cuba y tardó más de lo previsto en hacer la maleta. A mí se me ocurrió buscar un atajo que no lo fue tal. Para colmo, me había equivocado de hora y el partido empezaba media hora antes. Total, que llegamos ya en el segundo set. Y no estaba.

“Se habrá lesionado”, me dijo Deivid. Mi mente lo rechazaba, porque de ser así estaría en el pabellón. Mosqueado, extrañado, le mandé un sms. Olía a Murphy por todas partes.

Había salido dispuesto a partirme los dientes, confiando en que nada se torciera. Y se torció: un tobillo, concretamente.

"Mientras sentirse puedan en un beso dos almas confundidas; mientras exista una mujer hermosa, ¡habrá poesía!"
Becquer
Gustavo Adolfo

..Y mientras haya una sonrisa
que haga que tu nick vuelva
deja sentir esa brisa
y próximo viaje a Huelva

“Nada, que no me sale una rima decente. Lo de gustavoadolfear está difícil, tobillito saleroso”

Quedaban cuatro meses, muchas cosas que hacer, muchos horarios imposibles de coincidir. Pasábamos horas chateando en aquella época universitaria de finales de camino. Reconozco ahora que nunca me atreví a ganar, ni supe si podría haberlo hecho.

Eran años de Ryan y Extremo cuando ya dejábamos de ser los canallas habituales, y bajamos del tejado para empezar a reconocer que ni el amor era infierno ni siempre íbamos a salir vivos cuando te juegas el tipo y no eres más que un miserable ratón…

Su risa era en morado, yo moría por su risa. Pero ésta no es una historia triste, sólo era una historia imposible. Ella dejó la península y yo la universidad. Los dos cambiamos de ciudad, de rutinas, de trabajo, de vida. Yo abrí el blog de “Faro” que al releerlo estos días ha hecho que me pusiera a recordar todo ese proceso de salto vital. Los dos íbamos a cambiar y sin haberlo previsto nos fuimos de la mano en el proceso. No sabíamos entonces en qué nos íbamos a convertir. Creo que nos salió bien, voleibolera.

Siempre seguimos hablando, aunque cada vez lo hacíamos un poquito menos. Fue cuatro años después cuando Copenhague nos recuperó.

Se fue no a 1000 sino a 2000 kilómetros. Recuperamos el contacto, las canciones, incluso algún “jeje” de los que hacían época. Seguimos siendo amigos y ninguno olvida que desde el día de la «pata chula» nos seguimos debiendo ese trivial.

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5 thoughts on “Coleccionista de jejes

  1. Mira que se lo venía comentando a mi compañero Calavera, que estamos los dos de guardia: Estabamos comiendo en el bar de al lado de la tv y han empezado a poner los reportajes estos moñas propios del 14F. Ahí es cuando me he dado cuenta de la fecha que era. Llevaba toda la semana para publicarlo, pero como de costumbre iba arrastrando sueño desde el martes hasta que anoche tuve un poco de ánimo para preparar los enlacitos y videos.

    En definitiva…que la culpa de esto es de google, no de la fecha. Dicho lo cual, si alguien quiere enviarme unas florecitas, estornudaré a la salud de todos. Love is hell! 😉

  2. jajaja

    Ru, me ha encantado, no sé muy bien la razón, pero me has sacado de mis primeras sonrisas del día =)

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