There’s a kite blowing out of control

Spotify anuncia a bombo y platillo el nuevo disco de U2 y yo me intenté dormir entre esas nuevas canciones. Intenté y lo hice…porque el sueño acumulado desde el fin de semana me ha tenido k.o. El caso es que ya nada es como en tiempos de All that you can’t leave behind, que seguramente no fue su mejor disco pero es el que en mejor estado de ánimo me pilló.

Hay canciones que llegan en el momento adecuado y ahora que ha pasado el tiempo de purgatorio para las mismas y lo que me significaban, el disco vuelve de nuevo a caminarme en los auriculares

Walk on. Caminando y caminando sigo desde entonces con las mismas costumbres. En Segovia, el discman se llenaba con cds de canciones de 10 minutos, que era lo que tardaba de casa a la universidad. Con mis cascos puestos entraba a la habitación del exámen cuando la canción moría y así me libraba de tener que escuchar a petardas y zanganicuetos que tenían siempre en la lengua la pregunta exacta para darte cuenta –un segundo antes del inicio– de que no tenías ni frakkin’ idea del examen. Master of puppets (S&M) era la estrella si al matadero iba con cuatro horas de estudio escasas.

Eran los tiempos en los que apuraba cada martes, jueves, viernes y sábado para poder vivir todas las noches universitarias que quedaban.

Una amiga que cruzaba la treintena me contaba entonces que no desesperara, que no cambiaría todo de la noche a la mañana. «Un día vivirás sólo y te conocerás mejor» –me dijo–«y no serás muy diferente del que ahora eres».

“Sabrás entonces mejor tus defectos y virtudes, tus letras y manías”.

No cambié tanto desde entonces, saliendo de casa con el tiempo justo para llegar a la hora. Llegando un pelo tarde si pillo el cruce con el semáforo en rojo. Escuchando canciones pero ahora en mp3. Y bueno, sí, ahora soy más de No Leaf Clover .

Lo que me pregunto es si ella seguirá allí, contemplando el Ciguiñuela.

[Recreación ficcionada]

Era mi río. El de mi barrio, San Lorenzo. Tenía que cruzarle dos veces si iba a la universidad, y algunos días hasta cuatro o seis si la noche acababa entre cañas en La Churrería. En el puente de San Lorenzo, donde el bar “El Puente”, una bolsa había acabado misteriosamente enganchada a un árbol. El enganche era tan perfecto que pasaran huracanes, secanos o lluvias torrenciales, la bolsa seguía ahí día tras día. Tomé la costumbre de saludarla al pasar y nunca faltó a su cita. Tampoco un año después, en la graduación.

Deben haber pasado dos años sin que visite a la dama de las catedrales. Me pregunto si la bolsa permanecerá ahí mirando a los universitarios que sigan mirando distraídos al cielo. Seguramente no es la metáfora más bonita, pero así son los recuerdos. Es probable que en sus mejores días la bolsa no portara nada más que unas simples coca-colas. Y sin embargo los años pasan y esa bolsa colgada del árbol se ha quedado con mis recuerdos.

Tal vez talaron el árbol y la bolsa voló buscando libertad, como una cometa fuera de control.

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Pd: “Deja de ir al gimnasio y tomarte asteroides de esos”, escuché hace unos minutos. No me lo decían a mi, ya nunca volví a los gimnasios. Ya sólo sigo walking on

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One thought on “There’s a kite blowing out of control

  1. Anda… si éramos del mismo barrio y todo! Si quieres bajo a ver si la bolsa sigue allí.

    Ya es hora de que vuelvas a dar una vuelta por aquí, no? Y si quieres ver "fútbol", te tendrás que dar prisa porque a esto le queda poco poquito… De fútbol sala mejor no hablamos, que menudo disgusto…

    un besazo!

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