2023 en libros

Casi, casi lo he conseguido. De hecho lo tengo a tiro si le doy candela en esta semana final, pero los niños no tienen cole, las jornadas se complican, hay unos #Faritos que programar y unas digestiones pantagruélicas que gestionar.

La idea era leerse (o escuchar) un libro al mes, y han sido 10. Eso sí, tengo dos casi terminados: «El Paciente», de Jurado, yendo a los orígenes del señor White; y 13, de Andrea M. Faya, que me está gustando mucho. El primero en audiolibro, en lo que voy y vengo de las clases. El segundo, mientras cenan los críos. Así que la lectura va lenta, pero segura. Una de las mejores cosas de este año ha sido saber reorganizarme los horarios para poder sacar un tiempo para leer (y recuperar las audioescuchas). Y no salgo a correr, pero camino bastante. Mens sana in corpore medio sano. Me pongo un 4’5. Necesita mejorar pero progresa adecuadamente. 

Casi 12, por tanto. Y sí que es verdad que también tengo algo avanzado -un tercio más o menos- la edición de uno, un proyectillo del que algún día contaré más. Además de que los que siguen su marcha por Amazon son #ElGuisante y #LaHuella. Saludablemente. Por si leyeran esto Melchor, Gaspar o Baltasar… siempre son libros majos de regalar. 

Así que recapitulo. Empecé el año con «Extremo Centro: el manifiesto»  y casualidades de la vida me acabé encontrando a Herrero en Cabárceno. Algún día pediré firma. Luego cayeron las manzanas de Ivo y un libro aún sin título de una amiga a la que acabaré liando para que lo publique (la llamaremos «Bea»).

De algunas de las lecturas dejé reseña por aquí. La que me llevó más tiempo, por ser un libro extenso y porque lo leía entre cafés, fue la del maravilloso “Cuando fuimos periodistas (2006-2011)” de Peyro. Escribí sobre ello y tuvo bastantes visitas.  Espero que con la entrada alguien cayera en la obra. Del mundo plumilla también nació el «Perro come perro» de Arranz. El periodismo 3D (lo entenderán si pasan por aquí y leen esto).

Completé a Dicker, siguiendo la estela dejada por aquí hace un año. «Los últimos días de nuestros padres» es un libro que me dejó poso, el maldito palo. Y ahora ya acabando el año me fui a la mar, con «La Hija de la Biznaga» de ese espadachín Martín Salamanca que gusta tanto de los mares.

En verano cayeron lecturas más disipadas como «La búsqueda de una teoría del todo», de Kaku, o «El Método Enigma» del Rey Idem. Estío, ajedrez y ciencia, otro de mis clásicos. Alguna cosita histórica o pseudo histórica completa la colección del año.

Le he pedido a sus majestades que me traigan algo de Posteguillo. Tengo que volver a Reverte y leer la tercera parte de lo de Gellida, ahora que hay serie. Como casi saldré con 2 de entrada, espero aquí -dentro de un año- poder decir que esta vez sí fueron más de 12.

A por ello.

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