¡Esquens, esquens, esquens!
28/12/2022
Esquens, esquens, esquens. Y lo malo es que tenía razón.
Os voy a contar la historia de un viaje. De un viaje con DJ Totana. Tal vez recuerden esa historia: el pequeñajo, ya de muy pequeñajo… hacía de pinchadiscos en el coche. Rápidamente aprendió a manifestar que le apetecía escuchar otra distinta.
Hemos evolucionado desde entonces: el abanico musical se ha ampliado y además controlamos algo ya las letras. Con la S, Shakira y Yatra, de nombre Sebastián. Con la A, Aitana. C de Camilo. Y B de Bruno Mars.
El día anterior había hecho ya un amago, por las calles de Valladolid.
– Quiero la de Esquens, Esquens, Esquens.
– ¿Y esa de quien es, hijo?
– De Bruno Mars.
Alguna que diga que puede, que el «quen», imagino deprisa. Aunque no me suena de nada.
Aparcamos rápido, supongo, porque la situación no fue a más. Hasta que llegó el día siguiente…
Navidad. Viaje a Madrid. Absolutamente despierto, por supuesto, DJ Totana se disponía a volver loca a Siri pidiendo canciones. Y tras cantarle a Piqué que le felicitábamos, lanzar grititos looking for con los black eyed peas y recordar que esto es Africa, llegó el momento…
– Quiero la de Esquens. De Bruno Mars.
– Dices la del «oh ye ye, oh ye ye ye ¡uh!»
– No, Esquens, Esquens, Esquens.
– La de los monos y silbidos.
– No: «Esquens, Esquens, Esquens»
CSI Esposa toma el control poniendo canción tras canción del grandes éxitos del bueno de Peter Gene Hernández, Bruno Marte para los colegas. Pero no. ni asomo de Esquens.
«Llama a tu padre», reclamo a Mrs.Wife. El niño dice que se la ha puesto tu padre, llama a tu padre. «No la encontramos nosotros, qué va a saber mi padre», objetaba con presumible acierto mi copilota.
Llegamos a Madrid. Pasamos el día. Cantamos Eres tú de Mocedades y el Cha-Ca-Cha del tren, muito obrigado. Pero no se le iba a olvidar, no.
Las Rozas, 21:00 de la noche.
– Quiero la de Esquens, Esquens, Esquens.
– Cantalá un poco hijo, di algo más que Esquens.
«Busca Esquens en Google, que esto es como chuchuguá, que lo pongas como lo pongas Google te lo encuentra».
Pero no.
Y entonces se me enciende la bombilla: no es Bruno Mars. Es otro cantante que le hayamos puesto diciéndole que es del estilo: bailable, pegadizo. Pongo «Happy» de Pharrell Williams.
– Que no, Papá. Que ésta no es la de Esquens. Te has confundido, Papá. ¡Pero qué tontería!.
DJ Totana estaba muy arriba. Iba a durar muy poco el asunto…
Porque yo, DJ Padre, había recordado de repente la peli Trolls.
Villacastín, 21 y pico.
Esquens, esquens, esquens.
Y lo malo es que tenía razón.
Es indudable: la primera vez dice Dance, pero luego ya no: dice Esquens. Así lo escucho ya. Can’t stop the feeling.
Jajaja, ¡dice esquens claramente! Por aquí también somos expertos en traducciones imposibles. Ahora mismo del Simón al inglés y del Pablo al español (no sé si prefiero que pida por vez cincuentaysietemilsetecientos “allo pito” aka El gallo Bartolito o el sudor y las horas de YouTube intentando adivinar la nueva canción que haya sonado en la guarde…) Una filología nos merecemos. Y, en mi caso, unos tapones para los oídos también.