20 años de «esto»

Mi peluquera se ha hecho influencer.

El asunto es loable en sí mismo, y ya empieza a ser notorio que le va bien, pero me trastocó la periodicidad, los chakras, los biorritmos y todas esas cosas modernas. De repente yo iba a pedir hora y ya me veía sentado feliz para el masajito de cabeza, la vibración en la espalda, el corte en sí, hablar de nuestros perros… y no. Cerrado, closed, ahora síguenos en Instagram. 

¡Carámbanos! Anduve varios días con las canas revueltas. Encontrar nueva peluquería es un asunto peliagudo para quienes como yo nos regocijamos ironic con el inmenso placer de conocer personas. Que sí, que es genial disfrutar de inéditos seres humanos y abrirse con ello a novedosas experiencias y conocimientos. Pero pereza cósmica.

Ser anónimo: vieja aspiración yacente.

Al final abandoné peregrinas ideas como autocortarme en casa y que fuera lo que Ctulhu quisiera, y me encaminé a la peluquería del barrio con intención de no hablar mucho, no mostrarme, ser sin estar, estar sin ser, dar poca información. No duré, no soy yo de resistir heróicamente a los interrogatorios. Y si voy a estar por aquí cada 3 meses, me dije, resistence is futile. Puestos ya a entregarse, le dediqué mi mejor humor:

«Veo que me estás cortando los pelos negros y me estás dejando todos los blancos» 

Me ha quedado una introducción digna de Zack Snyder. 20 años, director’s cut. 

20 años de «esto».  En 2001 empezó esto y con `esto´ me refiero a otra vida distinta a la llevada hasta entonces. 20 años de cuando empecé la carrera, cuando arrancó el Rubén cronista, el Rubén lector de webs, el Rubén ávido de historias (pero no de peluquerías), el Rubén que se le cambia la mente porque la universidad fue una auténtica revolución en todos los sentidos.

Todo comenzó a dispararse.

20 años de esto, aunque sé que hago un poco de trampa al publicarlo ahora haciéndolo coincidir con el aniversario del blog. Los 20 años serán en septiembre, lo cual no es fácil de olvidar dado que empezamos la carrera en ese mes precisamente inolvidable: el de septiembre de 2001. Torres Gemelas, Bin Laden…  históricamente un momento tremendo para empezar en `esto´ de estar con la nariz metida en todo (como comentaba, peluquería mediante, en la catarata de diciembre)

Uno de los primeros trabajos de clase que recuerdo haber hecho en la carrera fue precisamente contar cómo vivimos el 11S y ahí fue Minaya la que sin duda destacó más, la que sin duda demostraba tener algo distinto. Aquello me picó para bien, me hizo querer empezar a mejorar en `esto´. ´Esto` que con el tiempo mezclé con deporte y ahora con política. 

Supongo que ahí empezó todo y que dentro de 20 años podré hacer lo de ahora: contar lo sucedido dos décadas atrás, en este 2021. Ahora no, ahora no puedo. Aunque tenga mucho de intrigas, de esto y mucho de aquello, desde luego. Sin duda inolvidable, algo con lo que crecer, además de haber disparado el canómetro de mi cabeza.

Qué buen libro me tiene que salir el tercero, cuando coja ritmo de escritura algún día.

Bang!

20 años de esto. Y por poco no son también 20 años de blogs, o de webs, pero casi. Trapseia hace hoy 13 años, pero recuerdo enseñarle a Deivid, en la sala de informática de la SEK, una primigenia idea de web que puse en marcha. Seguramente hecha con Geocities o algo así que a los lectores jóvenes no les sonará de nada. Luego en 2004 ya entraría en Blogspot y de ahí todo lo demás.

La codiciada sala de Internet… porque antes eso de la web era una cosa exótica, y para muchos la mayor utilidad era que existían páginas desde las que podías mandar SMS gratis. Tampoco había Instagram ni nada parecido: las propias fotos digitales casi siempre lo eran tras haber sido reveladas y escaneadas. No hay mucho, para bien, de aquella época en nuestras hemerotecas digitales. 

Aún me odia algún compañero de la carrera por recordarles que estábamos más cerca de los 50 que de empezar la carrera. Cada vez más. Han pasado dos décadas y parece que hayan pasado 20 vidas.

Y en cuanto a esto, en cuanto a esto…  al menos lo sigo llamando esto porque hay días que lo veo más como aquello que como esto, como algo que ya no será lo que debe ser o tal vez nunca lo fue y es ahora cuando tengo los ojos más abiertos. Pero no, no: es una decadencia conjunta que va desde el reggaetón hasta a lo nuestro, a esto, y que no parece que tenga solución, desde luego no una solución fácil o no una solución no traumática.

Pero nos queda esto, esto otro. Los míos, los pequeños rincones de libertad como éste, que ahí sí que estuve fino cuando definía esta página desde el principio como un rincón de libertad, como un sitio que tener para los posibles necesarios desahogos. Sin poder imaginar entonces que ya 2021 sería todo neolengua, prohibiciones, autocensura, bilis, neopacatismo cateto y sobre todo analfabeto.

Sean pues las canas y este viaje un voto de renovación para mantener la última rendija del canal de ventilación, el lugar en el que, aunque pocos, seguir siendo… esto. 

La conjura habitual de los abriles: Seguir.

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