Note to self: don’t die (IV)

-viene de Note to self: Don’t die (III)

IV. La viejá

Menuda viejá estáis metiendo, me dan ganas de decir -con acento de Granada, que le añade más malafollá- cuando leo a algunos en Twitter [Son ya unos cuantos los que tengo silenciados, por su excesiva politización, ojeras, modo chupasangre y las permanentes ganas de enfrentar, confrontar y dividir en buenos y malos, los míos y los vuestros]

Menuda viejá estáis metiendo, me dan ganas de decir -con acento de Granada, que le añade más malafollá- cuando veo a mi alrededor a gente buena, buena gente, perdiendo contra este año perro y esta deshumanizadora racha. Viendo la suma de muchas derrotas individuales ante el dios Tiempo, el insufrible virus y las obligaciones más o menos bien queridas, sus derrotas y las pérdidas.

Hace 6 años saqué #LHDHP. «¿Envejecí yo o envejeció al mundo?», le hacía preguntarse al protagonista, Manuel, para luego irle llevando por el mal camino. La moraleja venía  a ser que el mundo, en esa crisis de 2013, estaba yendo a peor, a pesimismo, a pérdida de frescura… y, a poco que no pelearas contra ello, te arrastraría. Manuel caía en esa trampa sin hacer gran cosa, precisamente por no hacer gran cosa.

"Se levanta sobresaltado y, en un instante, se siente envejecer más que en el resto de días de su vida"

Estoy seguro de que estas navidades me vais a hacer superventas el libro, teniendo por delante unos días de quedarse en casa… y que no está de más pegarse a la chimenea, o a la estufa, y dedicarse a leer. No está en Amazon pero aquí os cogen el encargo. 

Porque, permitidme que lo venda un poco, el libro ha envejecido mejor que el mundo. La enseñanza ha vuelto a ganar vigencia. De aquella crisis de 2013 salimos, la sociedad digo, mal que bien. Pero nada es ya lo mismo, por pura evolución del mundo y de nuestras costumbres y necesidad. ¿Ávila volverá a tener la vitalidad que tuvo? No es que fuéramos Marina D’Or, pero había movimiento. Un algo, un mínimo. Los jóvenes ahora tienen redes sociales y una vida en la pantalla. Encima en 2020 sin contacto, para más más. Parece que no existen pero tiene que seguir habiendo, ahí detrás de las paredes y los algortimos.

Pienso en la posibilidad de lo contrario, cuando algunos hablan de que pronto viviremos algo parecido a «los felices años 20». Pues no nos vendría mal.

Puedo ser yo el despistado y que aquí, en la red de redes, resulte que a lo mejor hay un sitio en el que seguís escribiendo todos a los que añoro. Que no sucumbió nadie a la falta de ganas, tiempo o energía. Y que tal vez sea yo… bien me acuerdo cuando estaba en mi isla Robinson de Anobii y resulta que estabais un montón en Goodreads. O que seguía yo por Runkeeper y lo que daba zapatilla para entonces era Runtastic. Ahora no estoy (o estoy poco) en casi ninguna red social… pero si resulta que estáis calentitos, en el brasero, en algún  lugar… avisadme, que os sigo.

Y que oye… lo mismo resulta que Lola sigue subiendo libros, jeroglíficos e historias, Judas ha recuperado las monedas y los domingos de Ramos, Lu deja comentarios aquí (¡lo ha hecho esta semana!) porque también yo vuelvo a generar cosas que comentar, y alguien da Faritos -o algo similar- para que el mundo deje de perderse tan rápido.. o que si se sigue perdiendo al menos nos riamos de ello.

Vaya… que ojalá el planeta no hubiese pegado tremenda viejá, y siguiera habiendo ahora mismo ese bar abierto a deshoras en el que estuvierais todos con una cerveza riéndoos del telediario sin que a nadie le sonara el BOE como lectura habitual.

Ojalá hubiera jóvenes mirando impacientes hacia la puerta del pub, aunque fuese a lo abulense, imaginando lo que decir o hacer al verla entrar a ella, la deseada, y viendo invariablemente a la chica de nuestra vida, que por supuesto no lo era, pasar; de largo. Acontecer, suceder, pero en otro sitio, en otro lugar, con otro alguien, quedándose la brillante conversación imaginada en el limbo, soñando con lo que hubiera podido pasar si se hubiese acercado, si me hubiese acercado, si se hubiera reído, si hubiesen puesto de fondo nuestra canción, una de Pereza que dijera que todo, todo, todo, todo, lo quiero contigo todo, y que tu corazón ardía como el Windsor 

Cuando las cosas aún ardían y daban calor hasta en la Escandinavia del Adaja

Sin embargo estoy escribiendo esto, o tú al otro lado estás leyendo esto. No estamos tan mal, habrá que repetirse, cada uno con su cosa, pero aquí estamos. Aunque nos traicionen las añoranzas, los caminos no cogidos, los sueños que se nos escapan al sonar el despertador.

Que la viejá no te acompañe.

-continúa en Note to self: Don’t die (V)

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