Multacar
13/11/2013
Sufre un día lluvioso, de atascos y semáforos, y no puede evitar cada vez que mira alrededor sentir miedo y odio en quienes se le cruzan…
Se sabe guapo con su GPS, su tablet incorporada, la última tecnología en fotografía digital. Pero si verdaderamente supieran, carbura por dentro. Si supieran de su tragedia personal, cruzarse con todos y cada uno de los demás motores: eléctricos, híbridos o de gasolina; o ver también peatones, ciclistas e insectos varios, todos ellos libres de aquí para allá. Tal vez reciban alguna receta, sí, pero siempre podrán evadirse de esta ciudad y su niebla. Él, el multacar, está encadenado a las mismas calles, las mismas blasfemias y el cigarro de su apático dueño. Ojalá algún día no pueda hacer ya más fotos y vuele libre a una escombrera en la que todos sean lo mismo: una chatarra sin sueños.
Ese día el resto entenderán.
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Esta historia tonta se me vino a la cabeza de repente en lo que un semáforo interminable me emparejaba con un intrépido multacar y sus lentes agresivas. Por darle alguna vida a la historia mental, la acabé presentando al I Certámen de Microrrelatos Mercado Actual, por si queréis darle un megusta en Facebook aquí.
Dedicado a los incomprendidos multacar y bolardos de la vida