Quebrando en tu honor *

Me ha pasado algo bonito en este inicio de 2013. Ya he contado antes por aquí que estoy aprovechando el tiempo para avanzar mucho en un librico que quiero tener listo pronto. En ese camino, cada vez que termino un capítulo, aprovecho para enviarle esas letras a alguno de mis preferidos, a alguien de mi guardia pretoriana que desde hace años acompañan letras, sentires, viajes, risas y dolores. Y una de mis preferidas siempre ha sido Ana Vázquez.

Segoviana, juntaletras, musiquera, de una sensibilidad espectacular, Anita nos sentaba cátedra desde sus añorados Soliloquios y tras su cierre también la hemos tenido por este rincón, por ejemplo con ”Casualidad”.

De algún modo desde hace más de un lustro hemos sido compañeros de viaje, aunque no nos hayamos visto demasiado en persona. Ella desde su muy particular prisma femenino y yo desde el masculino hemos compartido una visión de la vida, de la música, de lo que nos dicen las personas, el arte, las notas y armonías. El amor.

Le mandé lo mío y ella a mi lo suyo. Y resulta que encaja. Su historia y lo que yo ando preparando se pueden combinar para entender cómo dos románticos de la vida y lo complejo entienden este planeta en el que nos toca vibrar. Hasta la estructura – ya lo entenderán – casa perfectamente.

Por pedir, pido

Cuando me dio su regalo (que espero que acabe pronto convertido en un libro de tapa y hueso) supe que tenía que leerlo de algún modo especial. Ese regalo merecía cuidar el envoltorio. Y enseguida encontré la respuesta. Tenía que leerlo de tren en tren. Este Enero sabía que iba a tener que viajar bastante y no podía haber mejor compañía que combinar trenes, distancias, raíles y sus letras.

No es casualidad que salgan raíles en su historia. No es casualidad que también dentro haya un viaje. No es casualidad que las miradas desde la ventanilla sean evocadoras. Aquí hay un #farito clarísimo.

Como ya escribí en su día, si un día te quedases para siempre en Chamartín seguro que acabarías cruzándote con el amor de tu vida.

Allí estaba tumbado esperando (imaginé) a que su amor perdido volviera a pasar por Chamartín, por donde todos acabamos pasando antes o después…”

No sabe Ana la cantidad de frases que he querido robarla. Y más ahora que al leerla lo que le veo me influye. Y más ahora que empiezo a releer lo mio y empiezo a cuestionar cada uno de mis pasos. Sí, en mi libro pasé por un atasque. Definitivamente no se debe intentar escribir los días que tienes los neutrinos torcidos… menos mal que @esthermpar me rescató con una colección de sentencias precisas. Si alguno quiere intuir algo más de lo que ando montando…que se pase por Pinterest o por Spotify.

Volviendo a Ana…hoy por hoy no puedo contar mucho más ya que ese libro tiene que pasar primero por un par de pasos. Confío en que lo haga de forma venturosa y puedan tener también ustedes el privilegio que he tenido yo de enamorarme de la protagonista. Una chica menuda y principitesca, valiendo para ello lo esencial y lo invisible a los ojos. 

En los libros te enamoras de personajes. Acaban las letras pero tú los metes en tu collage de irrenunciables. Eso me ha hecho Ana con su prota

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* Actualización:  Collage fue una realidad en 2015 y tuve la fortuna de poder presentar el libro en Segovia, como cuento en la entrada «Collage»  

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