El Enero más corto de la historia

El de la imagen soy yo, hasta por las manos hipertrofiadas (no sé qué me clavé o pinché pero se me puso el dedo meñique que se veía desde la MIR, si un cosmonauta ruso allí siguiera mirando hacia abajo como en Armageddon). Y les decía el otro día que el tiempo volaba pero desde entonces han pasado incluso más amaneceres y resulta que ya es Carnaval.

Ha sido el Enero más corto de la historia.

Alguien tenía que escribirlo, ya que la opinión publicada parece estar en contra de esta indudable afirmación. En redes he leído mucho estos días que Enero no se acababa nunca, que si el blue monday o que si la lluvia y la niebla… y que ya era 800 de Enero. Y, mientras leía eso, las semanas volaban, observando con temor que Febrero impepinablemente estaba por llegar.

De cena: conductor a las brasas

Y vaya que sí llegó, incluso el mismísimo día 8: es decir, hoy. No solo Enero ha sido corto, sino que Febrero, que ya de por sí es breve, ha decidido volar. Benditos sean aquellos a los que el 2024 les va resultando largo. 

Para darle más emoción  a la historia, uno de los pretorianos decidió que este era un buen momento para casarse… así que tocó kilometrada de celebración. Ese fuego me esperaba -tropecientas curvas con niebla después-  ya pasada la medianoche, cerca de la frontera con Francia. «Tienes los ojos pequeñicos», me decían los compañeros, a los que yo retaba por mi parte a ver quién aguantaba más tiempo despierto, pese a todo. Porque, para mi espanto, ya era 3 de Febrero, sábado, con todo el cierzo por recoger en las tierras más al sur.

Aínsa, quemando el tiempo

Lo quemamos todo, especialmente las horas. Yo preparaba hiatos y diptongos mientras comíamos galletas, sacábamos el Mario Kart o se hacían patentes las diferencias de criterio sobre las mejores candidaturas al BeFest.

Todo quedó en pausa cuando de repente surgió Chiquito. De una consola emulador, un invento de pequeño tamaño pero prometedora usabilidad, uno de los presentes sacó el Doom Chiquito. Yo desconocía de la existencia del Doom Chiquito (aquí hablan de ello) y me prometí contarlo por aquí, porque las pequeñas cosas que hacen más agradable la existencia siempre es bueno propagarlas. Un matamata con sonidos del añorado humorista. No creo que se pueda pedir más en menos tamaño. Así transcurrió todo allá por el norte: con algunas cervezas y muchas magdalenas, dieta mediterranea de secano y muchas frasacas de videos tontos. 

Y eso fue todo: pensar que debería estar haciendo cualquier otra cosa, porque el tiempo apremia, pero a la vez tener la seguridad de que esas horas allí, aunque fuesen pocas, incluido el viaje con parada a ver a A. y P. (S.O.S.F) … pasarán con el tiempo a ser lo que recordaré de este inicio de 2024. Agotador, pero repleto de proyectos en marcha.

Que yo entiendo que a veces el hastío, o a veces todo lo contrario… querer que llegue Febrero o Julio porque hay un viaje o una expectativa a la vista… yo entiendo que todo eso puede haber hecho parecer que Enero ha sido largo. Pero que ya os digo que no, que ha sido un veloz fotón inabarcable. 

A mediodía llegan lluvias, que ahora siempre tienen nombre («Karlotta»). Pero nada de ponerse melancólicos ni derrotistas ni frioleros, háganme caso: velocidad 0’5X, que no abarco, no abarco… 

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