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Memoria encarnada

Pongo una foto de un balón de los de toda la vida para empezar la cosa con un poco de melancolía. Entre corruptelas, dinero del petróleo, el devenir propio de este mundo y su inabarcabilidad, tengo la sensación de que nos han matado el fútbol. No porque deteste la modernidad (no más de la cuenta y las cosas que son imparables, imparables son)., pero sí por algo de la sensación de desprenderse de la belleza de cuando éramos frágiles y felices. Cuentan que Isco se hizo el jugador que es dándole patadas a la pelota en espacios reducidos, allá por su pueblo. Si pasas por el coqueto lugar de David Silva, no es difícil tampoco imaginarlo en similares circunstancias. Y, yendo ahora a los tuercebotas que fuimos, las tardes de ir dando patadas al balón como si fueses Mark Lenders para dejarte las rodillas en la arena del campo del Seminario y sus calles aledañas… eso ahora es otra cosa. Más funcionarial, con perdón.

El caso es que venía a hablar del Real Ávila un poco, por eso titularlo «Memoria encarnada». Doy una vuelta por el  Foro no Oficial del Real Ávila en el que yo tampoco ya escribo. ¿Quién escribe ya en foros? Otra belleza perdida. Desde el verano hemos vivido un inicio de centenario desdibujado, que se maquilla esta semana por el último 6-0, que un set en casa siempre ayuda. Y falta hace: un equipo que esperemos traiga ilusiones a una parroquia tan desanimada

Yo con el Real Ávila, aunque luego la realidad estos últimos años me desmienta, siempre intento ser optimista. Aunque solo sea por enfrentarse al pesimismo, conformismo y espíritu destructivo que muchas veces se pone enfrente. Así que, a pesar de escribir todo lo anterior, me pone de buen humor ver que el club hace cosas por el canal de Youtube.  O que en la web hay un once de leyendas históricas… aquí por Trapseia también hicimos en su día un repaso de #LeyendasEncarnadas. Es importante mantener la leyenda encarnada. Y por eso me pone triste no haber cumplido (aún) con lo de volver al estadio (antes de que se caiga). Si algo del fútbol perdura, de su vieja belleza, puede que sea precisamente ir a estadios demacrados como el Adolfo, a sufrir con un equipo modesto, ver la hierba saltar, los tobillos quejarse, el último piti en la valla y un cubata poco disimulado.

Por eso estos días me acuerdo de una anécdota y me traiciona la memoria, al buscar por redes. Pensaba que era un Real Ávila – Toledo, pero descubro que mezclo tardes. Yo era un monicaco, insultón de árbitros y mal encarado con aficiones rivales (me he ido curando de estos males) muy enfadado porque la afición sureña era más animosa que la local. Grité de forma grosera. No volví a hacerlo. Necesitaba un zapatillazo y me lo dio el silencio.

Y lo que mezclaba era que no era Copa del Rey, como recordaba. Eso fue un Real Ávila – Talavera (maldita memoria, hasta ayer pensaba que era el mismo partido). El portero del Real Ávila era Ruiz Perez y perdimos a penaltis. Y, esta vez creo que no me traiciona la memoria, nuestro guardameta no se tiró en ninguno de los penaltis. Homenaje al viejo Gran Prix, Don Tancredo Encarnado. Perdimos 4-5, dice Google por varias fuentes, un 31 de Agosto de 1999. 

Necesito el libro sobre la historia del Real Ávila. Éste. Espero que algún alma caritativa me lo consiga, más pronto que tarde. Lo perseguiré, si no, algún día que vuelva por la capital del imperio. Y así refrescar tantas mañanas y tardes sufriendo en familia con la parroquia. 

Mi pequeña contribución, pero será como todo en esta página cuando el tiempo lo permita (es decir, tarde) será ir subiendo viejas crónicas, en un apartado específico de la web, de los años que seguí al equipo como corresponsal de radio, tv y digital. Se lo tengo prometido a Félix, el portero inolvidable, y eso es mucha promesa. Quede aquí como una de esas cosas que espero hacer y así me obligo.

Pd: Hubo unos años que «me hice» de la Segoviana. O de Mariano, más bien. Si la inabarcabilidad lo permite, lo cuento la semana que viene.

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