Los patos volarán hoy

Qué cabronazo eres, Calavera.

“Los patos volarán hoy” es lo primero que he leído esta mañana. He abierto el ojo, he dado un beso a la parienta dormida, y me he encaminado hacia la ducha intentando no hacer ruido. He encendido el teléfono para comprobar que no hubiera ninguna última hora…pero la había.

Ha muerto James Gandolfini y, el genio de Torrero, mi gran amigo zaragozano, ese tipo tatuado de vida y de old habits, ya había encontrado la frase perfecta. Él es así, le salen en un segundo las mejores sentencias, los axiomas que resumen todo.

Me insistió durante mil pitis camino de la Ciudad Deportiva: “Tío, tienes que ver los Soprano”. Manzaniano asentía y me empujaba también hacia ello. Echábamos otro café en el Camino Fuente Junquera en lo que la vida preparaba sus planes. Los Soprano me iban a llegar…cuando tenían que hacerlo.

Fue en Valladolid, cuando empecé a echar de menos a esos hermanos maños. Me faltaban ellos, los imprescindibles, el zaragoceo. Y acabé finalmente entrando a echar una en el Bada Bing (bang bang).

“Cuando había un rato me iba con Tony. Conducía y un Tony. Una vuelta menos a la almohada y un Tony. Un mecagoentodo y un Tony. Perseguir el amor y un Tony.

Vivir…y un Tony.”

Me he metido a la ducha pensando en patos. Me he puesto bajo el agua sin moverme, quemándome. Ni yo mismo entendía por qué me había quedado tan en shock. Hace tiempo que no veo un capítulo. Se supone que los lutos por las historias, libros, series y personajes tienen caducidad. Y, al fin y al cabo, Tony ya murió. El que se había ido ahora era un mero actor.

Bullshit.