El placer de perderse
Y llueve y llueve y vuelve a llover. Tengo el coche en Ávila esperando mejores tiempos para la lírica gasolina. Tengo las piernas cansadas de perderse en charcos. Tengo, en definitiva, la sensación de que me debo el placer de perderme o seré yo el perdido en esta búsqueda del laberinto y su salida, pared con vértice
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