El hombre con prisa
¡Para, para, paaaara! La petición de «Stop» venía de una compañera de edificio de trabajo, ante mi salida del lugar a toda velocidad. Había una razón para ello: el atasco estúpido que se nos monta en el callejón de salida. Sin embargo, no haber parado habría sido impropio de un chico educado. – Dígame usted.
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