Breathe (a dos metros de)

Durante años huí del spoiler. Sabía que el final de A dos metros bajo tierra era una de esas escenas que se te quedan tatuadas en la memoria, pero nunca quise saber cómo terminaba. Solo sabía que habría muerte. Es inevitable. La serie lo lleva en el nombre.

Han sido años de espectador.  «A dos metros bajo tierra» la he visto a impulsos porque la serie no es fácil: en cuando te descuidas te deja roto como las piezas de arte de Claire Fisher, la adolescente a la que durante el visionado acompañamos en su difícil camino, respirando hasta el último aliento.

Help, I have done it againI have been here many times beforeHurt myself again todayAnd, the worst part is there’s no-one else to blame

¿Qué significa estar vivos? La serie presenta historias que te agarran del cuello y no te sueltan, te obligan a mirar de frente lo que normalmente esquivamos: la muerte, pero también la vida misma, con toda su carga de imperfecciones. ¿Hasta qué punto merece la pena el camino? Sobre todo cuando el final no suele ser la culminación de un trayecto bello, sino muchas veces un descuido, un desliz, un accidente funesto.

La segunda mitad de la serie la he visto ya siendo padre y con sueño -tanto monta- (lo contaba por «Estado emocional Bast (feet under)») y eso también cambia la perspectiva. No me es lo mismo ahora Ruth. Ni entender ahora la evolución de Nate. Creo que me sentó bien, como espectador, verlo a tramos. Dejando al estado emocional salir y entrar de los feet under. Ser un transatlántico contra los iceberg, permitir que las noches de casi primavera acabaran dentro distintas, lluviosas. 

ADMBT es pérdidas, traiciones, egoísmos y errores humanos. Imperfección. Hay honestidad en ello, pero no sé si belleza. Si acaso, la belleza de la cruda realidad. Estás vivo, puedes no estarlo en cualquier momento, haz algo con ello; te vendría a decir con retranca el patriarca, ausente pero presente desde el episodio primero.

La vida encontrando sentido en la muerte, que aquí se muestra siempre como una luz, pero no como algo lejano ni glorioso; sino repentina, arbitraria y muchas veces ridícula. Como leí por ahí, hasta los secundarios traen sus propios escombros al montón. 

¿Es, por tanto, una serie pesimista? ¿O solo realista? Al final, en el final, encontramos consuelo en esas imperfecciones. Esos personajes a los que vamos queriendo y odiando tuvieron vidas llenas de errores y sufrimiento, pero también hubo amor, reconciliaciones, alegrías. Es real. Somos así, vulnerables y equivocados, buscando nuestro propio epílogo. 

Era la última gran serie larga que me quedaba por ver, y se va muy arriba, con The Wire, Los Soprano… Viaje completado. Respirando hondo (hasta que ya no)

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