El día de los dedos cortados #PyD

Era 1 de octubre de 2004: pronto hará 20 años de la razón de mi «tatuaje» en el dedo anular.

Empezaba el último año de carrera y ese octubre (luego tuvimos que frenar) salimos 22 noches. Ahora me vendría abajo a los 22 minutos, aproximadamente.

El caso es que el diablo, mi ajedrecista amigo, había vuelto a Segovia. Fue recibido como es debido, con un Pro Evolution en el que ejercité un maravilloso catenaccio. Así lo contaba en la epístola correspondiente: «victoria por 12-11 en los penaltis (grande Zizou) tras un catenaccio espectacular del escribiente suscribiente».

Aquello también fue objeto de entrada en mi primer blog, pero eso está perdido por el ciberespacio. Y como tal ganó #Farito en los Premios 2004, que por entonces tenían una sección para tropelías diversas de la Universidad y de aquellos años…

Conté una versión corta ya aquí, en Trapseia, en 2008: «Siendo La Roja», donde narraba también una peripecia con glóbulos rojos involucrados. Pero acudiendo a la epsítola (razón aquí) he encontrado más información para honrar -con el mismo nombre- aquella entrada de blog perdida.

La cosa iniciaba así… 

«… pero sí soy torpe, excesivamente torpe. Es mi principal seña de identidad. Si voy a una casa nueva, rompo un servilletero. Si me dejas una maleta, te la devolveré sin asas. Si echo coca-cola, esta acabara antes o después en la mesa y no en el vaso. Pero poco a poco hay que ir mejorándose. El mundo está muy competitivo y para seguir siendo el torpe oficial de Segovia hay que currarselo everyday».

La narración cuenta que, tras las necesarias partidas de cartas con vino tinto, pedimos Eristoff Black, allá por el Circus de Violetta en el Paseo del Salón. De ahí pasamos a Fusion, local que muchos autóctonos recordarán que destacaba por su amplitud: «incursionamos en el lado oscuro del Fusion. Si, aquel del fondo en el que en 3 metros cuadrados hay 150 personas luchando por un poco de oxígeno»

Pasamos al Kyber y las cinco se acercaron. No debieron pasar cosas muy divertidas, o sí y se fueron de la memoria con la pérdida de sangre posterior. Al biógrafo, cuenta la narración, le cayó un SMS de esos imprescindibles, que valían por entonces quince o veinticinco céntimos: «Mal. Jo.uf.jo.ay»    

«Incierto se presentaba el reinado de Witiza y muy sosa se presentaba la epístola (…) pero claro, uno -fiel seguidor de la teoría de Mr. Cuerdas (también llamado azar, casualidad o incluso murphy)- sabía que algo me tenia preparada la noche».

Todo sucedió en el Sabbath, junto al lugar en el que Black, Eristoff, lo había iniciado todo…

«Nos tenemos que inventar un idioma para noches como ésta. Algo así como decir “Son Goku”. Si tu dices ‘Son Goku’ yo entiendo que vas a dejarte caer en las delicias de la noche, me desintegro y duermo plácidamente en casita».

Pero Son Goku no bajaba de la nube ni encontraba las bolas de dragón. Eso decía, pero no es lo que hacía, porque mi americano amigo ahí estaba con el dragón, jugando a pedirse unos deseos. Tal era así que me rendí, desaparecí, pulsé el botón de salida.

Con el error, del que aprendí a a base de bien, de que si estás enfadado no es buena idea darle un puñetazo a unas bolsas de basura. Especialmente si es un contenedor entre bares, donde la gente a veces rompe vasos…

«Será por veces que me ha salido sangre de la nariz…a ver esto lo arreglo yo en 2 presiones sobre el dedo y cuatro chupetones», razoné sobre mi mismo, mientras mis hemisferios, Senti y Mental, apuntaban sobre algunas posibles contraindicaciones

Hem izquierdo:  «Oye, estas muy sexy con toda la mano roja»
Hem. Derecho: «oye, eso blanco que hay ahí donde antes estaba el dedo no será el hueso verdad?»

Tocaba correr hacia algún punto de curación.

Rubén (mentalmente): 1,2,3, 1,2,3, vamos Martin Fiz, hop hop hop

Hem. Derecho: eres una versión moderna de pulgarcito, pero en vez de migas de pan vas dejando sangre por toda la calle

Hem. Izquierdo: oye, cuando le dijiste a aidan lo de que eras universal negativo y que podias donar sangre a todo el mundo no hacia falta que lo llevaras a la practica

-Así lo escribí, pero esto último no era cierto. Aunque para saber eso tuvieron que pasar muchos años más… y un análisis de sangre que da para otro episodio aquí de #PyD-

Deambulé por Segovia, sin mucho sentido. Mi cerebro seguía en conversación interna: «la gente nos mira como si fueramos un zombie» «será por sangre» «esto parece el metro…todo el mundo te mira pero nadie te dice “oye, ¿Te ayudo?”

Acabé en el portal de Vio, que era también el de Grace. Con la particularidad final de que además tenía unos botones, para llamar al timbre, muy particulares. Dejé ahí otros cuantos litros de sangre, de hecho pensé que me dejaba el mismísimo dedo en la operación. Pero surtió efecto: desperté a estas bravas compañeras de universidad (no se puede decir lo mismo de Mr.Sopa, que al ver el percal creo recordar que cayó desmayado o mínimo aturdido) y se encargaron de mantener la situación razonablemente en orden hasta que llegó una ambulancia.

La peripecia acaba en el hospital, con un enfermero asegurándome que lo de quedarme con un dedo tonto no había quedado lejos (lo que contaba por aquí hace unos años).

Sea por esto, o no, ahora el anillo me lo voy cambiando de mano, de anular a anular, cada ciertos días, porque se me irrita la zona, que está más estirada que la inflación.

Han pasado dos décadas, y algunos de los que vivieron esto -si han llegado hasta aquí- lo recordarán bien. Y más o menos con historias así es como me inicié en esto de los blogs. Las anécdotas gustaban, la libertad de la red era otra, y luego vendrían los amoríos y desvelos y con ello los libros.

Sirva de homenaje a lo jóvenes que fuimos, y no me refiero solo a los universitarios.

+1
0
+1
0
+1
1
+1
0
+1
0

Deja un comentario