Dulce Mirada (tarde para mí)

Confinado este 2020, paso las horas imaginando que el sonido de la guitarra es mi mano recorriendo su espalda. Un pellizco en el lateral lo ratifica, si es que el bazo sabe sentir esas cosas. O tal vez sea una cosquilla, sin más (música que hace cosquillas, que no es poco). Acordes que retuercen las entrañas que nunca supe hacer bailar.

Ay, dulce mirada; hoy te buscaría y te retendría. Para pensar en verte bailar, en poder abrazarte, en volver a ser lo que un día fui, o quise ser. No el pazguato, no el pasmado, sino un retenedor de instantes. Hoy añorados, hoy adornados, hoy excitantes de verdad. 

Y salir a la calle por fin a buscar algún consuelo, que fuera bueno, que fuera nuevo, que fuera excitante de verdad. Imaginando estar en una discoteca bailando, como si los tipos duros bailaran, como si uno lo fuese: un maduro de corbata fina, chupa de cuero y sonrisa con poso. Como si no fuese el mueble astillado del saloon, herido de tiros que ni siquiera iban para mi.

Y perseguirte y perseguirte, dar vueltas a la fuente de la juventud que fuimos, sabiendo que te dejas perseguir… 

(Todo era un sueño y ahora es demasiado tarde)

Dulce mirada de medio giro con pie levantado, esa que siempre trajo problemas, problemas, problemas… yo ya te entendí. Lo hice cuando las ventanas se cerraron, las puertas se nos hicieron cárcel y la senda no se dejaba encontrar, ya perdida. 

Evité sus ojos, acodé la figura y puse estampa de wéstern: «Los tipos duros no bailan», le respondí.  Valiente idiota.

«Algún día lo lamentarás, pazguatín», recibí como contestación. Ella te concluía así, con naturalidad, la misma con la que había pedido bailar con semejante pasmado o con la que te llamaba pazguato.

El paso de los días no me haría lamentar el no baile, que habría sido aún más torpe que mi imaginaria chapa de vaquero. Tampoco el contacto, porque ella era de abrazo fácil, efusiva siempre, no regateando una complicidad. No, lo que las noches sin música me hicieron añorar fue el dulce sonido de la palabra pazguatín saliendo de su boca. 

-Y ahora ya es tarde, muy tarde, para mí- 

  • Este texto es mi respuesta humana a la publicación de ayer, generada por ordenador. Ariel, desde hace años, sabe provocarme la corriente que electrifica los circuitos, conecta las emociones, hace chispear los escalofrios. Aún te queda, IA, para entender de eso. ¡Veremos cuánto!
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