De política: El veneno (I)

Es 9 de mayo, y yo siempre reivindicaré que este día tendría que ser festivo. El Día de Europa conmemora la Declaración Schumann, un primer paso hacia una Europa unida y en paz. 

Y esta semana es especial. Y no, no porque haya Champions, Euroliga y Eurovisión, que también (los mayo suelen molar cantidubi). Es que además empieza una campaña electoral que nos llevará a votar (casi) todo otra vez en los próximos meses.

El 28 de Abril de 2019 hubo elecciones generales. Han pasado ya un poquito más de 4 años. Parece que no pasa el tiempo, pero vaya si pasa. Bajo el trabajo de muchos -pero dado que fue bajo mi manto comunicativo tengo en ello mi porción de sano orgullo- se sacó un impresionante resultado en Castilla y León (18’9%, más de 285.000 votos). Fueron unos meses durísimos, en lo personal y en clave interna laboral, con mucha desestabilización pero con mucha energía e ilusión. Creo que nunca he aprendido tanto: de la vida en lo bueno y lo malo, del talento aplicado para construir y destruir, de las amistades y envidias, de la conciliación familiar y laboral. De la salud física y mental.

Dicen que la política es un veneno que se te inocula y ya no te puedes quitar. Pero en mi caso es incorrecto, porque el veneno ya lo traía de antes. Llevo escribiendo de política, aunque fuese por correo electrónico, unos cinco lustros. Luego vinieron los artículos en la universidad, el periodismo en ejercicio, los blogs colectivos, el salto en lo profesional como honrado mercenario de la otra barrera.

Esta que se viene será mi primera no-campaña en más de una década. Y es que, quitando el paréntesis deportivo de Zaragoza, apenas me he perdido elecciones en veinte años. Y tengo una sensación extrañísima, como de jugador lesionado con una triada que está en un periodo de inoportuna inactividad justo cuando siente que podría dar su mejor versión. 

«No nos engañemos, no es novedoso, todos tenemos nuestra historia, nuestras contradicciones y nuestros planes. No engañamos a nadie»

Esta frase es de uno de los talentos que he ido conociendo durante estos años, y me viene mucho a la cabeza. Dicen que en política no se hacen amigos, solo aliados. Y es verdad que ese mundo gira mucho, y como les decía a mi equipo cada vez que se venían unas elecciones (y en esos momentos hay más fichajes que en una summeriana de Florentino): «Tened el ánimo preparado, porque algunos de los que queremos nos romperán el corazón».

He escrito varias veces, y he dicho otras cuantas más, que no tengo intención de escribir un libro sobre los años que viví políticamente. La intención de hacer relato de confidencialidades, expresas o tácitas, es nula. Y más ahora que está todo tan envilecido. 

Pero si haré, de vez en cuando, algunas líneas como éstas por aquí. Para quitarme un poquito el veneno, y para decir lo contrario de lo esperado: que la política también trae aprendizaje y satisfacciones. 

Y que tal vez te romperá el corazón… porque así nos pasa con los amores cuando son vividos. Pero también será en una mente más sabia, más sentida y viajada. Y si este camino de la vida es único -por si lo fuera- es mejor tenerlo todo eso en lo vibrado y no en lo no atrevido.

Mejor haber hecho callo que encallar. 

-Yo, minoría absoluta, escuchando Standby-

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