La pelea trivial

Él. Mi gran némesis de los seis colores. Perico, el gran enemigo.

Le descubrí estos días en Linkedn, hacía tiempo que no le veía. Seguía con su misma cara de pérfido rufián de peli de James Bond. Un tipo elegante y letal, con su doble apellido peculiar: aragonés y vasco, mezcla digna de árbitro de nuestra infancia.

Él, mi gran enemigo histórico del Trivial Pursuit, estaba por primera vez a mi placer en una cruenta batalla en la casa de Banderas de Castilla, todas ella flameando ante mi inminente victoria. 

Tenía tres aciertos de cinco… y la pregunta final era sencilla: ¿Cómo se llama el actor protagonista de Solo en Casa?

Me incorporé con una sonrisa. Por fin, diantres. El único tipo que se me había resistido (se me suele dar bien el jueguecito) iba por fin a mostrar su mortalidad. Vi en mi cabeza a Kevin poniendo trampas al dúo trágico de ladrones, gritándose al espejo, siendo finalmente reconfortado por su apurada madre.

Y me atasqué.

Ni nombre, ni apellido. Kevin. Michael Jackson. Donald Trump. Joe Pesci. Lo que os imaginéis empezó a llegarme a las neuronas. Pero lo que es Macauly, decir Macauly, entonar Culkin, saborear esas sílabas… no lo hice.

Nunca estuve tan cerca de ganarle alguna vez. O tal vez no jugamos más, que lo de gustarme perder ya era una legendaria virtud mía en los 90.

Tengo comprobado que a estas alturas de texto ya no llega casi nadie, así que lo adelanto por aquí: este 2023 me convertiré en profesor. Voy a dar clases de distintos temas, distintos quesitos del Trivial. Me motiva muchísimo, a pesar de esas cartas que vemos a veces de profesores que quieren dejarlo porque los alumnos sólo miran el móvil o están más a lo de ser influencer, tik toker y gamer que a lo de formarse y tener una educación que les permita que no se las metan dobladas en la vida real. Pero habrá que batirse, imagino.

Ser obstinados.

Obstinado, lo he contado alguna vez, es la palabra que tenía apadrinada, hace ya dos décadas, en una web en la que podías hacer eso: apadrinar palabras para que no cayeran en desuso.

Elegí esa no tanto por correr peligro de desuso, sino porque es lo que me decía con insistencia el Trivial Pursuit de Domark (video abajo) cuando echaba vicios en el viejo 286. Jugaba sólo (cuando no tenía a tiro a mi hermana, madre o padre, o un amigo) y le daba y le daba hasta que acertaba. Era especialmente malo en las marrones, que acababa acertando a base de prueba y error. De ahí que el muñecajo (cómo me gusta verle en Youtube) me calificase como «jugador obstinado» 

Una ventaja del juego de ordenador era que mi padre no se perdía con los colores, daltónico que era.

  • Papá, pregunta naranja.

* ¿Con qué otro nombre era conocido Napoléon?

  • Papá, naranja. La de abajo. 

* ¡Ah! ¿Qué ciclista español es el más laureado?

  • Ésa es muy fácil: Guillermo Timoner.
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One thought on “La pelea trivial

  1. ¡Me encantaba el Trivial de Domark! ¡Y el Carmen San Diego! Los videojuegos favoritos de los chicos empollones del cole jajajajaja

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