Todo corazón
09/11/2022
La historia de cómo mi madre tenía razón: «No te calles las cosas, como tu padre, que luego salen por alguna parte».
Ya me lo temía yo, cuando fui a ver a la médico de cabecera. «Sí, pues resulta que sí, que al final se me ha reproducido al otro lado». A lo que Pa, certera porque además algo me conoce, me dijo: «¿Has tenido algo de estrés últimamente?»
Me reí, porque tampoco era cuestión de entrar en detalles. Tampoco aquí. Al que le interese los detalles ya los conoce, al que no los conozca me puede invitar a una caña, y al resto os rompe ritmo de narración. El asunto es que mi cuerpo ha decidido decolorarse. Ser rosita -quemarse en verano- ya le parecía poca cosa, así que ciertas partes, pequeñas pero simpáticas, han decidido dejar de pigmentar. Al principio fue debajo del ojo, me recetaron unos cuantos potingues para reactivarlo o frenarlo, no funcionó lo primero pero sí para lo segundo. Aparentemente.
«No es cuestión de meterte láser debajo del ojo, y además como eres blanquito apenas se te nota, salvo en verano y parece una quemadura. Mejor quédate pendiente de que no se te reproduzca por otra parte. Si es así, llámame». Tengo cita casi inmediata, para primavera del 23.
Ahí es donde llegamos al inicio de esta historia. Mi madre, riñéndome con cariño, insistiendo en que las preocupaciones no es bueno dejárselas dentro de la caja torácica, porque reverberan. Pero.. ¿cómo no hacerlo?
Todo corazón, titulaba. Tiene sentido. Tras la primera blancuchización, me puse gafas de sol hasta para sacar al perro de noche. Me eché cremas, muchas cremas. El destino se reía de mis chanzas. De repente un día me picó mucho la mejilla, parte suroeste, barbada, donde no llegaban tantas cremas. Lo de cierta irritación me sucede a veces tras afeitarme – piel blancucha y muy sensiblita, genética envidiable- así que tampoco le di más importancia. Hasta que me creció la barba otra vez, ventajas de no salir en la tele. Un corazón. Un corazón blanco ahí en mitad de la mejilla (al despigmentarse, todos los pelos de esa zona salen ahora blancos). Si fuese un adolescente me moriría de la vergüenza. O si fuese un adolescente de los de ahora me haría un Instagram, Tik-Tok y a monetizar el corazón como quien monetiza a su gato con cara de enfadado. Pero no, soy un viejuno que escribe textos como si alguien leyera ya más allá del primer párrafo.
La decoloración, parte 2’5, tiene forma de corazón. Yo lo he tomado como un recordatorio de mi madre, cada vez que me miro al espejo. Uno, porque me diría `aféitate´. Dos, porque me diría que no me guarde las cosas, que luego salen por alguna parte.
Para que no salgan más partes me entrego a la tecla, que un corazón está gracioso, pero con el canalla del Ente nunca se sabe lo que puede tramar a posteriori. Así que me he propuesto no enfadarme ni preocuparme más allá de lo debido, tomar el aire, hasta lo mismo vuelvo a salir a correr. Afeitarme cada 3 días para que no me señalen en el Super y ver Ted Lasso antes de acostar, que de eso también escribiré algo…
¿Sabes que la primera persona que conocí a la que se le despigmentaban cachos fue Gotxu? Ah, qué hermosos serán vuestros blancuchos hijos en esa realidad en la que me hicisteis caso… (un saludo, señora esposa de Rubén, reconozco que sus hijos, los de esta realidad, también son bien majos y hermosos).
Por otro lado, un corazón es un culo al revés. Ahí te lo dejo.
Ojalá una caña para que me contaras tus miserias, aunque sabemos que no te dejaría hablar y acabarías con medio cuerpo despigmentado.
¡Abrazo grande!