El garbanzo (aka MiniRu)

Le llamaban MiniRu. Creo que el mote se lo puso Peyton, el profesor, por razones astrastrastopicas universitarias. No por parecido físico, porque siempre se ha parecido a su padre, desde cigoto. MiniRu es mi sobrino, el garbanzo al que ahora me referiré. Hoy le ha dado por cumplir 18 años, mayoría de edad, sin que eso parezca reglamentario para los que le seguimos viendo como un niño, que de eso cuesta desprenderse.

Apareció por Ávila, pillándome a contrapié. Me había quedado sólo en Segovia, porque al día siguiente me estrenaba como presentador de radio: un «Capital Segovia», en la Intereconomía de entonces, que saqué adelante por juventud. Nunca quise volver a escucharlo, me daría un rubor tremendo, aunque luego vendrían muchos y muchos más programas en esos micrófonos. Historias, maestros, maestros que se hicieron amigos, colaboradores… que siguen siendo amigos.

Dá vendría más de una vez a los directos en la calle, sobre todo si había música en directo.

Así que hace 18 veranos salí de la emisora, cogí el coche, el viejo Fiat Punto azul sin aire acondicionado, volé por las carreteras y me planté en Ávila, para saludar a ese enano que pronto me agarraría el dedo para meterme en todas sus arenas. 

Vino con tierra, como cuenta Garcinuño, dado que era un garbanzo.  Como tal le conocí. Estaba en el salón de mi hermana cuando sacó la foto: una cosa en blanco y negro, con un círculo en medio más destacado y unos números arriba. Un garbanzo. Un garbanzo que iba dentro de mi hermana.

«Eres el albacea», me dijeron. Luego firmé la carta de padrino. Un día me devolvió una pedorreta y sé que era verano porque en las fotos tengo resaca, calor y pelos de cualquier modo. Algún que otro mediodía después me ganó al Mario Kart y ahí supe que la cosa se me venía ya cuesta abajo. De pronto era un adolescente, pero claro, de pronto tenía yo dos hijos, así que algún año debió de pasar. Esta mañana, Miguel le grabó un video, a las ocho reglamentarias, que su primo mayor no verá hasta mediodía, porque es verano y tiene 18, y esas cosas deberían ser sagradas.

Dá sabe que guardo todas sus fotos de pequeño, y ayer me pidió unas cuantas para hacerse una storie. Con un 18 muy grande, de esas que tienen muchos likes. Pero claro, al pedirme tal favor me hizo mirar su viaje. Él sólo quería una foto de 2-3 años, pero yo me vi las del garbanzo, las de ya nacido, las que tiene con Papá, todas las que hicimos en la radio, en Faunia, con su abuela a la que tanto adora, en Zaragoza, en Londres, en el mar.

Está ahora en esos años que empieza a verse lo que lleva dentro. Que él empieza a encontrarse, que hay que ayudarle a que lo consiga. Es buen chaval, tiene buen fondo, y eso es lo importante.

Eso es lo que hicimos bien entre todos y eso es lo que, con orgullo, celebro hoy. 

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