Eche 20 centavos en la ranura
20/10/2014
Un hombre y su guitarra, enfrentándose al público con arrojo.
El cuadro de esta escena es bastante habitual, pero no lo es tanto que hablemos de uno de los cinco básicos de la historia del rock en español. Un Tequila, un Rodríguez. El hombre de la clase infinita… sirviendo chorros de elegancia en un pequeño local de ciudad de provincias. En mi querida Segovia.
Y no se le caen los anillos mientras despliega su arsenal de tremendas canciones, no todas ellas conocidas por el gran público, aunque sin duda muchos lo son.
Y se va sintiendo agusto y se saca de la chistera un Colgado de la Luna, un Viridiana o la canción que da titulo a esta entrada. Y se queda más ancho que largo, mientras los ahí presentes pedimos otra birra mientras le contemplamos con admiración.
Y cambia de instrumento, con el local ya en bolsillo y se saca otra pequeña perla..
Al acabar el concierto teníamos ocasión de ir a saludarle, pero yo no pude. No supe.
Me pasó algo similar de pequeño, en el Bernabéu. Me acerqué a pedir autógrafos a Luis Enrique o a Milla. Pero entonces vino él, y me quedé pasmado. Hablábamos de alguien muy grande como para que me dedicara unos minutos: tuvo que ser mi hermana la que me consiguiera el autógrafo de Don Michael Laudrup.
Pues ahí estaba otra vez yo, pero esta vez en Segovia. Sabiendo que tenía a Ariel a unos metros, pero no atreviéndome a irle a decir nada. Cómo explicarle lo importante que han sido sus canciones en tantos momentos de la vida. Algo que con un «Te admiro mucho» que habrá escuchado mil veces no se puede expresar. Necesitaría un millar de cervezas para que supiera lo importante que ha sido su puñetera música en mi vida desde hace décadas. Desde siempre, como quien dice.
Así que no fui yo sino #parientasintwitter quien me hizo quitarme la camiseta y se coló al camerino para conseguir ese autógrafo que veis y que ha convertido mi ya rara camiseta en un objeto, al menos para mí, de culto.
Y ahora, después de tanto tiempo esquivándome y siendo las fechas juguetonas, resulta que Ariel continúa viaje por Ávila y Valladolid. Pues habrá que repetir, claro