Graná
27/01/2010
Antes de que todo cambiara estaba yo tirado en una cama que apuntaba a Sierra Nevada. El menisco se me había vuelto a salir de sitio y ya estaba aburrido de los monótonos ejercicios con las pesas del tobillo. No me apetecía ni moverme demasiado ni el hecho de estar en Granada. Era en definitiva un completo imbécil … y encima cojo.
Creo que desde entonces no he vuelto a ir o si lo hice lo borré de mi mente. Mi familia paterna es toda de allí pero desde hace cuatro años la vida me ha ido alejando más y más de mi mitad andaluza. Para muchos es hasta gracioso que un castellanazo como yo tenga algo más allá de Sierra Morena. Pero haberlo haylo, aunque reniegue de ello tantas veces.
A mí de pequeño me decían que fuera a comprar peros… y resultaron ser manzanas.
Son recuerdos granadinos. Calor, piscina y muchas visitas. Yo tenía la edad del medio, era pequeño para los mayores y mayor para los pequeños. Era el malo de la película en todas las peleas, un punto incomprendido. Pero aquello tuvo sus cosas. Fue en Granada donde descubrí que antes que periodista, yo tenía vocación de quiosquero. Aquello de trabajar en un sitio que podías leerte todas las revistas (y gratis) me parecía fascinante. Soñaba con meterme en la trastienda horas y horas y no perdonar una línea.
No pudo ser, mi prima siempre nos echaba. No sé si porque yo le trastocaba todo o porque mi padre se empeñaba en discutir de política con todo cliente que entrara. Yo solía salir rabioso de que a mi hermana le dejaran cuidar de la tienda y a mi no. Me parecía una tremenda injusticia. Pero salíamos…y el plan B tampoco estaba nada mal: tapita y paseo hasta el puente en el que se unen el Darro y el Genil. Mirábamos el caudal y siempre en ese punto me contaban la historia de Eugenia de Montijo. Yo me la imaginaba impoluta y versallesca, marchándose de Graná y mirando de reojo, triste, a la unión de esos dos ríos. He buscado y rebuscado cosas sobre aquellos tiempos hasta encontrar a Ganivet, cabreado y protestón como buen español lúcido. Delicioso.
Pero a pesar de todo hay un recuerdo que me asalta cada vez más. Es una fotografía de los años 50, en blanco y negro. Una mujer andaluza con mantilla. Bellísima. Una foto que comandaba un pequeño salón del barrio de La Chana. Era la mujer de mi tío, hermano de mi padre. Me preguntaba cómo había podido conquistar a una mujer de las que quitaban el hipo y conservar su amor después a pesar de todas las dificultades. Mi tío se quedó ciego y ella siguió a su lado hasta el final. Cocinaba estupendamente y siempre iba de aquí para allá. Yo me escondía detrás de la Game Gear y miraba de reojo mientras se contaban historias de Alhama, de La Vega, de Motril. Miraba a mi tía y miraba a la foto. Conservaba algo de aquella belleza. Está claro que la vida no se lo puso fácil.
Yo era mirar a la foto y ponerme a fantasear con salir a la placita y encontrar a una jovencita de acento granaíno (con o sin mantilla) y encima saber conquistarla. Sólo bastaba con que una me mirara para sacarme los colores. Y como sonara la música ahí ya sí que no me sacaba nadie de mi consola y mi muro de hormigón. Para bailar ya estaba mi hermana. Yo sólo miraba y apuntaba mentalmente.
Todo esto ha vuelto a mi cabeza después de que hiciera una llamada y se me removieran ciertos nervios. El fantasma negro del cáncer ha vuelto a visitarnos por la Alhambra. Pero esta vez te detectamos a tiempo, jodido cabroncete, no te vas a llevar a nadie.
Yo la próxima vez ya no me quedaré en Almuñecar, atemorizado de mirar a las raíces. Volveré conscientemente hasta el Genil, a mirar al Darro y a alguna andaluza de reojo. Pero que a nadie se le ocurra pedirme que baile unas sevillanas… que la vergüenza no la suelto aunque pase dos veces por Despeñaperros.
Ése muro de hormigón castellanoleonés… un clásico querido amigo… y no digamos ya en la ciudad amurallada! La cantidad de murallas con las que me topé han debido erguir otra en éste que comenta. También tuve la Game Gear… qué tiempos… Hay un fado portugués que dice: 'Tempos que não voltam mais, da nossa infancia ridente… em que eu vivía contente, correndo atrás dos pardais'…
Un abrazo desde las murallas; muy buen artículo.
Nunca dejarás de sorprenderme Rubiiii =) raíces granaínas? que mezcla tan estupenda jiji
Venga vaaa que en poco más de 24 horas nos vamos de fiesta y te olvidas de problemas y nubes negras que amenazan tormenta! juntos podemos con todo ya lo sabes, y si hay que volver a cotillear a VIPS se vuelve =D
Un besín y un mata-abrazo! (ya sabes que yo un día me reencarnaré en pulpo aunque no quieras ser mi amigo jaja)
Es que parecería el Day of The Tentacle… yo sería el hamster que se mete en la secadora.
Mañana matamos neuronas y problemas, aunque todo avanza adecuadamente esta semana. Estoy de buen humor, es el efecto Quino (y la inminencia de croquetas de mi señora madre y de las cañas del jueves)
Me apetecía escribir de Graná. Este verano (dirección Almería) paramos a comer en Almuñecar. Unos calamares riquísimos. Por fin avanzan con la dichosa autovía. Me extrañó ver lo poco que se tarda ahora de Sexy a La Herradura. Los tiempos avanzan, como dice el amigo Pierre ¡Peino ya demasiadas canas!
Tampoco tenía ni idea de que fuésemos casi vecinos de historia. El texto, precioso, pero lo del acento granaíno… no, Runeto, ése en particular no, anda que no cuesta quitárselo de encima… 🙂
La de Jaénnn…¿te puedes creer que es la única ciudad andaluza en la que no he estado? Siempre la dejó ahí arriba a la derecha…o a la izquierda. ¿Unas aceitunas?
Mmm… negaré haber dicho esto (qué estupidez de frase, si la voy a dejar escrita!), pero no te pierdes nada.
Nunca se sabe, pero hoy por hoy sólo proceso una palabra: "Madrid, madrid, madrid, madrid…"
¡Mi buen Ordax me necesita!
Eso es cierto. ¿Cuándo será eso, camarada?
po zi, creo que "peinamos ya muchas canas"…esas reflexiones ya las he tenido y también he llegado a la misma conclusión:volver.Gracias por tus letras, me han traido muchos recuerdos