El mundo de McNulty
06/09/2009
Los buenos acaban la película en torno a una buena mesa. El vaquero baila con la dueña del local (todos sonríen felices) la cámara se aleja y del humo de la chimenea surge el “The end”. La bondad ha triunfado de nuevo sin dobleces, los malos han vuelto a la reserva. Quien dice vaquero dice Mickey con Minnie o dice Doctor Martín con la cuñada Alicia. Lo importante es que se acabó el disturbio.
Pero no, en la verdad no es así. El hombre detrás de la cortina de la droga trapichea con el poder político. Aquí el abogado está enfangado, el político está enfangado, el jefe de policía está atado y para sobrevivir todos necesitan caer en el juego. Por otra parte, el yonki no bajó a ese mundo porque sí. Las escuelas no tienen buena pinta. La decadencia lo impregna todo y sucede así porque al final todo está conectado.
The Wire es la serie que te enseña lo que normalmente prefieres no mirar pero siempre has sabido que estaba detrás de todo. Si estás pensando que esto no va a ninguna parte, aquí te muestran el por qué. Desde el todo a la parte, de la aguja al pajar. Todo unido y todo corrupto. El policía es alcohólico y calculador. El asesino es gay y cariñoso. Si tocas la mierda, te ensucias. El niño se va haciendo mayor y al final la vida que le toca le convierte en el nuevo matador que en apariencia no tiene ni motivos ni escrúpulos.
En la realidad no hay un protagonista, todos lo son. Cada uno complejo y con dobleces.
Rules change. The game remains the same.
Del análisis implacable no se libra nadie, por supuesto tampoco el fantástico mundo del periodismo. Harto de estereotipos, ver este serie te hace sonreir de forma macabra. Sonríes porque es tan crudo como real. Macabro porque lo que cuenta no es bueno.
Pasará el tiempo y seguro que vendrán a mi mente nuevas situaciones y escenas. Hace tiempo que la realidad no la sacamos en los periódicos. Todos saben que el último fichaje o un accidente de coche serán las lecturas más visitadas del día. No importa hurgar en lo que realmente se cuece. Nadie cuenta lo que hay detrás del jefe mafioso. No interesa saber qué hay realmente en el lugar en el que se decide. A nuestra pantalla sólo llega la cara del títere o en su defecto la actuación de Oscar del político o empresario.
Y no se cuenta porque detrás está el dinero. El poder que conecta a la droga, el ladrillo, el político, el fútbol, el periódico, la televisión, la policía. Todo. Nos quedamos con el maquillaje y – unos más y otros menos – todos jugamos la mentira. Yo juego la mentira.
En definitiva, es duro volver a la realidad cuando te la acaban de presentar sin trampas. Así es The Wire.
«es duro volver a la realidad cuando te la acaban de presentar sin trampas»
Bienvenido. Y me alegro mucho de que haya llegado tan adentro como a mí. En unos meses te darás cuenta quizá de que encima, las series, ya no volverán a ser lo mismo.
Y además de la historia (el fondo) es evidente el cuidado máximo del cómo te la cuentan (la forma). Si el personaje de Omar es fascinante, creo que es una puñetera genialidad acabar la serie con la evolución de Michael.
Llevo tres horas en el sofá colgado de las teclas sin saber muy bien qué hacer. Y no es hastío, es otra cosa. Touché (anótatelo)
Uau, nunca le ha visto pero me ha encantado tu crítica, ¡me han dado muchas ganas de verla!
He regresado. Aún no me he puesto al día con los blogs pero lo haré. Me alegra volver y encontrar en tu blog un post sobre una serie tan interesante, gracias por la info. ;D
Un abrazo!!!!
Tres capítulos llevo!!! Me queda toda por delante!!
Te gustará lolaila, ya verás. ojala pudiera revivir algunas escenas por primera vez (keep the devil way dooown in the hole)