Tienes gracia

El día que la conocí el Adaja bajaba virulento y sonoro. Una figura caminaba entre sombras y gotas de agua manejando un paraguas con soltura. Demasiado pizpireta por las calles de piedra como para no destacar rápido ante unas retinas cansadas de rutinas y escalas de grises. Cuentan que quizásde tanto hablar entre dientescuentan que

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