Verano 24 (II) – La foto de la verja

Ese fue el principio: 2017.

La sección vallisoletana de la familia dio comienzo a la misión de multiplicarse.  Primero fueron los perros, ensayo de todo lo que vino después. Hermanos, primos… empezarían seguidamente a generar nuevos hermanos y nuevos primos, y tíos, y primos segundos y demás elementos. Estos días, por cierto, celebramos el 102 cumpleaños de la bisabuela, que tiene ya 7 bisnietos y está estupendamente. Fantásticos genes ahí.

Así que ahí está: no fue buscado, pero estampa a estampa ha ido sucediendo y la foto de la verja es ya un clásico y un reflejo del paso del tiempo. 

Llega una visita, los perros vuelan hasta la puerta, inspeccionan y ladran o dan la bienvenida al que llega. Y así, siete años después, es ya casi una foto obligada que sale sola. Los niños, mientras, van creciendo

En 2018 apareció M por ahí.

Recuerdo perfectamente la cara que puso nuestro adorado westie cuando nos vio llegar con el segundo: 

«Oh no, otra cosa de esas adorables pero que lloran y corren».

 No sabía la que se le venía encima, al pobre.

 

2021
En 2021, M. corre hacia la verja... en el que fue su carro ha aparecido un nuevo bichejo

Paco ya es un veterano.

Ha criado «hermanos», «sobrinos», «sobrinos políticos» y varios primos peludos. Sabe cuando escaparse debajo de la cama. Sabe cuando escaparse de debajo de la cama porque se meten a sacarle. Entiende el concepto manguera -y que con eso le mojan- y ha desarrollado una tendencia al laissez faire con ardillas y otras especies del lugar.

Menos erizos: erizos no.

¡Ryder nos necesita!

Luego está lo del afán de trepar. No, no es la verja de este cuento. Y ese desde luego no es el coche de mamá y papá, sino el de unos simpáticos tipos de azul.

El caso es que todo ello significa buen tiempo, y el buen tiempo significa verano, y el verano huidas a la playa, Huesca, Granada, Madrid.

La foto de la verja como síntoma de los buenos tiempos.

¿Qué hora es, Señora Lobo? ¡Hora de jugar!
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