(Las vacaciones de) El obrero worm
25/08/2024
Necesito unas vacaciones de las vacaciones.
Es un clásico, ahora que llega Septiembre. Esa sensación, casi necesidad, de sentir que vendría bien que el planeta decelerara un poquito para poner en orden todas las cosas. Echando un cálculo por lo bajo, sospecho que solo necesitaría que la galaxia se detuviese como unos 7 meses para empezar a tener las cosas más o menos en marcha. Pero es verdad también que la última vez que el deseo nos fue concedido… acabamos todos confinados y fue aun peor. Así que ya lo que vengo pidiendo es la maquinita de Hermione, un modesto giratiempo.
«¿Qué tal estás?
Bien, bien. Cansado. No, pero bien. Reventao, pero que de verdad bien»
Los años no perdonan. Donde antes respondía solo bien, y muchas veces era por no dar explicaciones, ahora añado toda la coletilla posterior. Supongo que como mecanismo de defensa para explicar el aceleramiento que muestran mis zapatillas corriendo de aquí para allá. He acabado poniendo arriba la foto de un gusano con patines porque las otras opciones de Craiyon eran una pesadilla. Pero encaja bien con mi idea de ser un Lemming (¿se acuerdan?) que empieza la semana con una agenda imposible, va de aquí para allá, y por alguna casualidad (fruto del trabajo, así que más bien causalidad) acaba llegando a sus destinos. Resolviendo los puzles.
El que no ha cogido vacaciones es el obrero worm que da título a la entrada. Es el trabajador de la obra del piso de arriba. Un tipo majo y metódico, que todos los días a las ocho de la mañana enciende el taladro. Yo, que tengo el sueño ligero, le escucho ya a menos diez preparando todo. No pongo un despertador desde Mayo. Y no ha faltado ni un día desde entonces. Mi mente lemming, pensando en videojuegos, le imagina (en el último sueño) como el gusano que hacia agujeros hacia abajo en los Worms. Cómo me gustaba esa maniobra.
(Si después de leer todo esto no echáis una partidita a Worms y/o Lemmings…)
Cogiendo de nuevo la autopista: lo mejor de este verano es que culmina un largo camino -o una etapa del mismo- de adaptación personal/laboral, con asideros tangibles. Y eso merece una última despedida, un último mordisco al verano que se escapa como las noches que ya se nota que vienen siendo más cortas.
Por aquí, en unos días, contaré una peripecia con otro worm menos diligente, menos amable… pero que también dejó algo divertido. Y, con ello, recuperaré una vieja sección blogosférica ideada para reírme de mí mismo: piñatas y desgracias.