La torta y el nombre maldito
Etiquetaré esta historia como amoríos aunque de amorío solo tuvo el principio. Amor de idealización, de vaya tipa hay en arquitectura. Luego la conocí y fue aún mejor: era lista, simpática, corriente. Corriente como algo bueno, es decir… como si no fuera consciente de que a su paso por la universidad iba enamorando a persianas, leucocitos, amebas,
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