Arañas mutantes y nostalgia reciclada

Estaba convencido de que la última serie animada de Spider-Man sería otro producto más del multiverso. Uno de esos experimentos que Marvel nos lanza como bombas de humo para distraernos del desastre de sus últimas películas. Pero ahí estábamos, tras dar el último Breathe a  «A 2 metros»…. pensando que si me había visto hasta lo de Helstrom, como no iba a ponerme a mi amigo Spidey. Amanecemos, por las mañanas, con el SuperEquipo (bien divertido es) y otra vez meterse con el Spidey adolescente daba pereza, pero cuando llevaba un par de episodios no pude por más que decir… «Carallo, esto funciona»

Tu amigo y vecino Spider-Man (Your Friendly Neighborhood Spider-Man en inglés) es una serie de televisión animada «destinada a ser una de las series de televisión del Universo Cinematográfico de Marvel (MCU) producida por Marvel Studios Animation» y se desarrolla en una línea de tiempo alternativa donde Norman Osborn se convierte en el mentor de Parker en lugar de Tony Stark.

El Peter Parker que no sabía que necesitábamos… y acompañado por Nico Minoru (un personaje que arrastro desde Runaways, y que tiene potencial para dar mucho juego). Su química funciona. El cameo de Strange, inicial y final, un acierto. Y, tal vez lo mejor: los Osborn. Incluído el hijo, que sabemos que es el clásico mejor amigo condenado a ser duende verde, pero de entrada es un buen tipo que carga con un apellido demasiado pesado.

Y el musicote: que ya canto en la ducha a poco que se me descuidan las telarañas.

Allá va, allá va, allá va otra vez… Spiderman, el de siempre, en el difícil mundo actual de las cámaras por todas partes. 

Menos me está gustando X-Men ’97, o como alguien la definió «Nostalgia con esteroides». No vi, seguramente ni supiera donde lo echaban o lo echaron, la serie original de los 90. Mis recuerdos mutantes se limitan a las películas de Hugh Jackman y sus doce mil realidades alternativas. Empieza con todo para atraerme: un Cíclope bien tratado, disparando trallazos ópticos, Tormenta dándolo todo con la naturaleza a su favor, Charles Xavier ausente pero presente, dejándole a Magneto el debate sobre la revolución. ¿Todo bien? Pues en principio sí, pero he de confesar que Spidey me hacía mirar más a la pantalla… y que con los mutantes la atención se me desvía más. Bienvenido sea, en todo caso, el intento en marcha de volverlos a traer -y a Los 4 Fantásticos- al gran baile.

¿Los éxitos están en el pasado reempaquetado? Tal vez, porque lo mejorcito está siendo – una vez más- Daredevil. Mientras las películas live-action naufragan entre guiones predecibles y CGI descontrolado, las series animadas rescatan parte de esa esencia que nos enamoró: riesgo narrativo, personajes con arrugas morales, finales que no temen dejar cicatrices.

No es casualidad que el mejor Spider-Man del último lustro siga siendo un chico mitad puertorriqueño mitad Brooklynese dibujado a lo Pollock. La batería de Fantasma en el inicio de la última de Across de Spiderverse: fotogramas que se caen del cómic. Hay futuro en los dibujos porque hay presente… demostrando que a veces, volver al pasado es la mejor forma de avanzar.

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