Elogio del «pero»

Estoy viendo la última temporada de «The Boys»
                                                                 (solo recomendado para estómagos fuertes, aviso).

… serie, siempre polémica, que está abordando ahora de forma más directa que nunca, con poca sutilidad, lo que viene siendo el seguidismo de estómago: el fútbol llevado a la política y a los extremos de casi cualquier parte de la sociedad y su convivencia. El Viva er Beti manque pierda que se convierte ahora en Viva el (inserte aquí su partido o líder carismático) manque robe, arruine o corrompa los poderes del estado. Patriota, el prota, fantástico. Excesivo y siempre perdonado por sus seguidores. Un mundo distópico lleno de medias verdades, o directas mentiras, repicadas y fortalecidas por redes y soflamas. ¿Distópico, por tanto? Sí, porque hay superhéroes… pero no, porque esos super son muy humanos.

Ese, por cierto, es el gran acierto de la serie: la sociedad necesita contrapesos, porque un sistema que permite a alguien con excesivo poder siempre acabará corrompiéndose porque acabará ejerciéndolo de más.

Porque en un modo de pistola fácil y rápida, gana Lucky Luke. Y los Lucky Luke que nos han salido, desde España al resto del planeta, son más veloces que su sombra, pero la tienen mala. La sombra, digo. Y con esas sombras, el futuro es más bien negro.

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