Enfatriste

Me encantan los Juegos Olímpicos.

«Cómo te lo montas para tener hijos, Rubén», me decía un amigo aragonés. «El primero, con el Mundial 2018. El segundo, para poder ver Tokio 2020».  La verdad es que Lucas ha estado de oro olímpico haciéndose esperar hasta la inauguración en Japón, ya verano 2021. Los niños nacen cuando quieren, pero a éste hay que agradecerle que las madrugadas de insomnio (que son pocas y buenas, tocamos madera) se hacen más llevaderas por poder ver un partido de hockey patines o una pelea de taekwondo de la maravillosa Cerezo.

Los Juegos, para mí, tienen ese imán de poder disfrutar de ver la excelencia, el esfuerzo, las historias humanas. Por ejemplo, el crecimiento necesario en el reconocimiento al deporte femenino, con escenas inolvidables ya como el abrazo de las saltadoras de triple o la emoción conjunta en la piscina de batir y ver batir un récord mundial.

Se me escapan lagrimillas, de las buenas, con cada tuit del ejemplar Pau, con los ejemplos de solidaridad, paz, tolerancia que van intrínsecos en el espíritu de los Juegos, seguramente una de las mejores cosas que hayamos inventado como humanidad. 

Entre nacimientos y Juegos este verano va estando lleno, ya imaginaréis, de sensaciones y de hallazgos… como «Enfatriste»

– Uy, ¡qué cara hijo! ¿Estás triste o enfadado?

El mayor, el autor de Totana, real académico de la infancia, lo piensa un instante, mira a sus padres con convencimiento y responde con maestría de tirador de flecha al centro de la diana:

«Enfatriste» 

Hay palabras que no existen y que habría que inventarlas. Medalla de oro al acierto.

Desde entonces me dio por pensar en cómo sería su antónimo: aletento, contengre. No funciona. Tampoco haciéndolo más largo: contentogre, alegreto. Pero ésa es la labor de los padres, ¿no? Que estén contentogres, felices. A pesar de las dificultades de la vida. A pesar de las mediocridades. Procurar esa felicidad y promoverles las ganas de mejorar y alcanzar el equilibrio de cuerpo y mente sana. Ser buena gente, optimistas aunque conscientes, perseverantes pues; disfrutando lo bueno, superando lo malo. Tomándose la vida con deportividad en el mejor sentido de la palabra

Subimos al coche, ya «conntentooo» y le cuelo de fondo (antes de que pida al Payaso Plim Plim) esa canción con Alma de Jorge que dice «Te harán llorar; te harán reír. Que no te imponga nadie lo que tienes que sentir. Sé fiel a tu verdad y espera tu momento» 

Con la progenie dormida, y terminando ya de escribir esto, pienso que esta vez sólo habrá que esperar 3 años para los siguientes Juegos. Veo un último tuit y sonrío. 

Los Juegos van terminando y el sueño finalmente me vence. Así que me quedo enfatriste… pero no mucho.

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