Mi amigo numismático
15/04/2014
En la calle en la que vivo hay una tienda de monedas y cada vez que paso por allí imagino a mi amigo Juan Antonio discutiendo con Pantuflo Zapatilla y otros grandes señores con monóculo sobre la idoneidad de adquirir uno u otro producto.
Y es que el bueno de Illo es especial en cualquier sentido que imagines. No hace mucho, en una de esas charlas al calor de unas buenas kwak, mi amigo numismático nos contaba qué haría él con 100 millones de euros. La respuesta puede parecer fácil –comprarse una casa, ahorrar, invertir– pero no lo es, nos aclaró. Para Illo, lo fundamental sería un catamarán. Quiero que le toque la lotería para poder hacernos unos selfies en su catamarán. Tomarnos unas Jameson –o, ya puestos, algo más caro– y hacernos unas cuantas instantáneas mientras leemos Los 4 Palos y alimentamos delfines y sirenitas.
Porque Illo es esa persona a la que si estás un tiempo sin ver acabas echando en falta por algo muy particular: su conversación, su forma de ver la vida y el mundo, su sentido del humor.
Llevaba tiempo queriendo dedicarle unas líneas pero algo definitivo ha pasado para que me ponga a ello: Lycos ha cerrado su página.
La pregunta no es… ¿pero es que Lycos seguía abierto? sino… ¿pero es que Juan tenía página? Sí, aunque llevaba años sin actualizarla, yo aún entraba de cuando en cuando a encontrar viejas risas en historias de cuando peinábamos más pelo y menos canas.
Patata de Sofá. Nuestra (su) primera genialidad del siglo XXI.
Ahí se contaban historias como…
“Hace unos dias se celebraba en Masachutes, un pueblecito de la provincia de Ciudad Real, la XXX Feria Internacional de Inventos, en los que destacaban inventos como el sacamocos automático, el detector de gente patética o el transformador de canciones, invento este último de sobra conocido en los Estados Juntitos, ya que uno de sus mayores usuarios es Enrique Iglesias.“
El arte del absurdo en Ávila se llama Juan Antonio, Illo.
Almu y Rana, el Guerrero Cansino, la familia Picha Floja, el generador de insultos Patata de Sofá… son pequeña historia de algo muy grande, el surgimiento de un pequeño malvado al que ahora podemos disfrutar una buena cantidad de domingos por Los 4 Palos. Juan es muy grande y hay que repetirselo a menudo para que nos siga ofreciendo pequeñas pildoritas de ingenio.
¿Mi preferida? ¡El Flan Gigante ataca Nueva York!
“El caos y el pánico corrieron rapidamente por las calles de la ciudad, que se vio envuelta en una situación inédita hasta el momento, ya que los ataques de flanes gigantes fueron eliminados, como con los dragones, allá por la edad media. La falta de experiencia hizo que la policia huyese del lugar al grito de “…uuuhhh, uuuhhh osea que me come, osea uuuhhh…”, mientras levantaban las manos y pegaban saltitos en circulo. La actuación de los bomberos no fue mucho mejor, ya que es bastante difícil….pues…apagar un flan; pero ellos lo intentaron.
Con el ejército americano ya en las calles, la ciudad se tranquilizó y recuperó un poco la cordura, pero los propósitos de los militares de bombardear el flan fueron un auténtico desastre, el flan absorbía todos los misiles y bombas, tras lo cual expulsaba un sonoro, generoso y sano eructo, el cual dejó sordos y medio locos a buena parte de las fuerzas de defensa americanas.
El avance del flan parecía imparable, así pues, el gobierno americano se reunió de urgencia para resolver este problema. Pero el desconocimiento de la situación era enorme, ¿de qué era el flan? ¿De huevo o de vainilla? ¿Flan Dhul o de los DIA?. Todas estas cuestiones hacían el trabajo mucho más difícil.
Así pues y ante la falta de respuesta por parte de la administración americana, el pueblo neoyorquino tomó la firme determinación de acabar con el problema de una forma tajante y contundente. Miles de personas se dirigieron hacia el punto en que el flan estaba sentadito y descansando (es duro atacar un ciudad tan grande siendo un flan), armadas con cucharillas, tanto de cafe, como los más golosos, que llevaban una cuchara sopera.
La batalla fue cruenta y fatal, para los diabéticos, el resto se puso como el tenazas comiendo flan, aunque en algún momento diversos grupos “Pro-Flan” pidieron clemencia ante los desesperados gritos de socorro del gigantesto dulce, pero estas peticiones fueron acalladas con impactos de trozos de flan en sus caras, entre risas y cachondeo general.
Así pues gracias a la rápida actuación de la ciudadania de Nueva York el ataque no tuvo grandes consecuencias, eso si las calles quedaron hechas una guarreria.”
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Así es Illo.
Tan pronto me dibuja un guisante como me descifra en medio segundo lo que esté pensando, si tengo un problema o una ensoñación. Lo esencial, que suele ser invisible a los ojos, para Juan Antonio transcurre en 3D y en colores que ni te imaginas.
Ese es Illo, un desencriptador de lo cotidiano, un dibujante de las líneas que los del común no vemos.
El editorialista del Valle del Corneja, el pequeño truhán que siempre tiene la puntilla adecuada. Un dardero imprescindible, el whiskito siempre en su punto, el tequila solo si es para honrar un buen patinaje.
Para mí, Illo es el tipo genial más desconocido de nuestros viejos muros.
Un amigo que querrías que todos le disfrutaran. En un sitio tan sombrío como Ávila, que haya alguien tan brillante y tan desconocido es una gran paradoja junto a la muralla.
Por muchos más años de tus pildoritas geniales, maestro.
Y tranquilos todos…tuve la precaución de guardar el archivo completo de su vieja web.
Nada de eso quedará perdido…
Patata never dies.