El geranio en el país de las maravillas

Situando

Me enamoraron sus mensajes de verano a horas en las que nadie llama ni se acuerda de ti. 

Intercambiar mensajes inscritos en letras de canciones y el siempre implicito ”hey if you´re lonely, I´m open all night”Tenía toque, demonios.

Aunque cada vez recordaba menos la cara de “Tori”, cada palabra que me mandaba me hacía enloquecer. Y la releía y la revisitaba y tal vez si esa noche hubiera suerte, tendría otro sobrecito en el móvil. No pintaba mal ese verano de 2005, por fin vivía sólo y me estaba enamorando de una rubia-morena-pelirroja (dependiendo del tinte) de ojos grises-azules-verdes. No he conocido otra mirada igual nunca.

“Queridísimo geranio arisco de hojas rugosas…Espero verte algún día, o varios, o todos”

Su pasillo de la universidad estaba al final del mio. A veces me la encontraba en la biblioteca. A veces yendo a la sala de ordenadores. Nunca me atrevía a pararla y mi atrevida mirada acababa siempre cayendo a las baldosas.

[«Ellos me quieren mirar, pero si tú no los dejas, pero si tú no los dejas ni siquiera parpadear»]

Offtopic: No deja de ser especialmente curioso que de las pocos fotos que tengo de “Tori” salga ella en una con el amor platónico-historico de Deivid (sus planetas, sus corrientes circulares y sus viñetas de Calvin). Tal vez el destino a veces ofrezca bazas jugosas que no empleamos nunca. Y que si hubieran sido realidad daríamos por hecho que tenían que haber sido así. No me desvío más por ese punto…

Llegando

Finales de junio de 2005, un tinto de verano y dos propietarias de ojos cálidos justo en el bar al que entrábamos “Cochi” y servidor. Sus púpilas eran magnéticas y una vez más me quedé embobado mirándola. Era diferente, indómita, con un algo -no sé explicarlo- que tiene profundidad.

Por supuesto, me comporté como un imbécil. Por pura estadística (creí simple de mi) y seguramente por miedo (y por mi estupidez) la tomé por idiota, e intenté sacarme unas sonrisas a su costa. Con los minutos demostró que no lo era ni un pelo y es cuando empecé a darme cuenta de que había cometido un error.

[«Yo te concedo razón, Yo te concedo razón, Si por pobre me desprecias»]


Retrocediendo

La primera vez fue en el Paseo del Salón, como unos diez meses antes. Ella (lo supe mucho más tarde) salía enfadada por algo así como una discusión. Yo le dije alguna ordinariez y se paró conmigo para fastidiar al que le había provocado el enfurruñe. Le dí mi teléfono y le pedí un beso. Hizo ambas cosas, sólo que yo le dije que me llamaba Manu y que estudiaba publicidad.

Asi que cuando un año después -y con un tinto de verano en la mano- le volví a dar mi número, en su pantalla aparecí como “Manu Publi”. No se creyó mi torpe defensa de que era “Manuel Rubén” y me gané la primera torta de la noche. Jugando al trivial adopté otras muchas. La ranita de mi camiseta rezaba “kiss me” y la de la suya (estaba entretenido el estanque) escudriñaba si ese tipo era tonto, simpático, un golfo o todo lo contrario.

Sí, esa madrugada me gané a pulso cada cruzamiento de cara. Y también el comerme su pelo al intentar besarla cuando entre bromas y piropos nos dieron las seis y le dije que ya no sabía que más decirle para enamorarla.

[«Que eres linda y hechicera
Que eres linda y hechicera
Como el candor de una rosa»]

Le había dejado el escalón de arriba en la discoteca para intentar ganar sus labios. Me dijo. muy educadamente, que no… pero a cambio me dejó acompañarla de vuelta a San Lorenzo. Y en su portal me escribió una dirección de email y me dio el aro.

Para mi ya nunca más fue Tori, que por supuesto no es su verdadero nombre.

Para siempre en mi teléfono pasó a ser “Qbonitos”. Perdí todos sus mensajes en algún impulso inconsciente pero la vida me hace acordarme de ella cada vez que el aleatorio del coche me pone el sonido de Chingón

Fin

Sus pendientes eran dos círculos perfectos y enormes. Un homenaje al barón de Coubertin. Me quedé uno.

Enfadada o/y divertida me fui ganando su curiosidad. Después de los mensajes de madrugada y los pensamientos de “la almohada está fría”, accedió a concederme algún café. También después caerían sus sonrisas divertidas y tímidas cuando pasaba a verla después de echar el partido con el Komando antes de volverme a Ávila. 

[Le dediqué mis tres goles de la temporada, JC.]

Todavía recuerdo su último hasta luego alejándose del coche dirección a su callejuela entre el Acueducto y el Eresma. Ella dijo que yo había estado muy frío. A mí me había matado que hubiera insinuado que en su día a día empezaba a haber otro.

“Que conste que las tortas te las merecías bastante y tal. Espero que me perdones, yo te perdoné. No importa lo del aro olímpico, porque me hice con otros dos más grandes (si cabe). Pero guárdalo bien porque constituye los restos de una posible sede olímpica en nuestra “maravillosa” capital (con mariachis y todo).”

Le dije que quería perderme en ella y al final me perdí en el camino. Ahora ella es feliz – dos personas pueden hacer milagros-.

Eso sí, a mi me queda el aro olímpico.

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7 thoughts on “El geranio en el país de las maravillas

  1. Me encanta cómo cuentas las historias como estas… yo también habría dudado entre si eras tonto, simpático, un golfo o todo lo contrario… Al leerte me ha venido a la mente esa canción de la diva Christina que dice "alguien como yo solo mira y alguien como tú solo puede dejarse mirar…"

    un beso, periolisto!

  2. Pues qué pena que acabara así. Pero supongo que por eso es preciosa la historia. Los finales con bodorrio y churumbeles son poco estilosos. XD

    Hay amores que nos marcan mucho y que no olvidaremos durante el resto de nuestra vida, pero seguro que algún día conoces a otra con unos ojos que te vuelven a cautivar.

    Un abrazo

  3. IMPRESIONANTE 🙂

    No pierdas nunca esa expresividad y esa forma de sentir, todo ello te hace muy grande 🙂

    En fins… que me has emosionao 😉 y estoy segura que en algún momento de tu destino alguien iluminará tu mirada para guiar tu camino 🙂

    Un beso solete! :*

  4. Necesitaba fuerzas! Y de repente se me ha ocurrido cuál podía ser mi lata de espinacas particular… Menos mal que he conseguido encontrar esta entrada que en su día me encantó. La palabra clave para conseguirlo… "ranita". Muchas gracias!!

  5. Y yo encantado de que te encante. En tu honor voy a despedir el lunes (ya martes) escuchando Malagueña. El aro lo tengo lejos (en Ávila) pero ahí sigue en mi habitación…junto a unos barquitos de papel que también tendrán su historia algún día.

    Me vuelvo al estanque, a ver si se pone en marcha otra vez la sinfonía.

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