Eat the rich

Le tiembla todo sólo de pensar que estará ahí, tan guapa como siempre, reinando cual Cleopatra en ese imperio llamado piscina.

Sacando valor de aún no sabe dónde, se había conjurado desde el desayuno en que iría al encuentro de ella, a la que no veía desde que acabara el curso en el insti 2 meses atrás. Una foto manoseada es el único recuerdo de la moza que le había quedado para sobrevivir a ese largo periodo.

Tal vez no le hablara, pero se dejaría ver. Un hola a lo lejos, con eso se daría por satisfecho. ¿Dónde habrá estado? ¿Qué amigos hizo? ¿Qué nuevas frases serán tendencia en su diario y su corazón?

Se acaba el verano de 1999 y un joven pecoso y delgaducho entra a la piscina municipal mirando al suelo: con Aerosmith en el Walkman sonando a todo trapo. Se queda mirando a las chicas guapas, a 15 metros de distancia como mínimo, mientras la bateria de Joey Kramer le va llenando de energía.

«Me gustaría ser fea para que no me lo pidierais todos», le oye decir a su musa.

Debajo del árbol, para no ponerse más rojo de la cuenta por el sol, se está echando crema cuando el malote de la ciudad (que resulta ser hijo del tipo que pone los altavoces, será por eso por lo que habla tan vociferante) se le encara. No le vio venir y ahora le tiene encima, sin escapatoria posible

– ¿Vas a hacer algo en la piscina o has venido solo a mirar a nuestras chicas?

El pequeño mozo, no muy dado a las peleas (más que nada por su insano vicio de perderlas), opta de inicio por no responder al grandullon, aunque rumia por dentro su respuesta.

Se tiraría de cabeza a la piscina -para devolver en cierto modo el vacile con desprecio-, pero sabe que le saldría un tripada. Su primer impulso es bajar las escaleras peldaño a peldaño, no vaya a caerse y las chicas se rian de él, pero tampoco es cuestión de quedar como tal pringado. Decide tirarse a bomba, y en los 2 o 3 segundos que tarda en volver a la superficie, decide lo que hará…

¡¡¡Elige tu propia aventura!!!

A) Se había dejado la cinta puesta, así que la casete ha pasado una canción. Es la tercera del album: Falling in love (is so hard on your knees). Y será por el subidón que al llegar le dio «Eat the rich», será por recordar a Angie Everhart en el vídeo, el caso es que se levanta y se acerca al grupo del malote: «Eh, tú, gilipollas». Y es entonces cuando…

B) Love in a elevator es la siguiente canción del disco en directo. Se ajusta bien los cascos para no oír más posibles increpaciones, se da la vuelta y coge un libro. Se trata de…

A) … es entonces cuando el macarra le mira de arriba a abajo, y él responde «me la enrollas, con pan y con cebolla». Da al stop en el walkman y coge los auriculares de cualquier manera para no tropezar al correr. Se pega un sofocón sin sentido, ya que no hay más salida en la piscina que la de la puerta de entrada. Se echa de nuevo al agua, pero esta vez el matón salta justo detrás de él, con un perfecto salto de cabeza. Irremediablemente, le atrapa en el agua. Le sostiene con fuerza en una ahogadilla que no termina nunca.

15 años después, al poner la radio, recuerda ese momento….

B) … Se trata de La torre oscura IV de Stephen King. Para mejorar su inglés, se la está leyendo en el idioma original. El párrafo que tiene delante le parece una buena metáfora para el futuro:

“What if I fall?’, Tim cried.
Maerlyn laughed. ‘Sooner or later, we all do.”

15 años después, al poner la radio a todo volumen, recuerda ese momento….

La voz de Marta Vázquez resuena por los altavoces del almacén. Está leyendo su petición del trío de Rock FM. Le ha pedido, como un favor especial, que lo ponga en el programa de hoy.

Lo tenía todo planeado desde 15 años atrás. Había extrañado que alguien robara los altavoces de la vieja piscina, pero en este mundo loco ya nunca se sabe. Formaba parte de su estudiada venganza.

En la pared, fotos de la joven Cleopatra, que por cierto acabó de dependienta del Lidl, tampoco la guarda rencor por ello. A él sí. A él le ha dedicado el espectáculo: en el centro de la estancia, una bañera; y justo encima de la misma, colocada de una forma algo tosca, un tronco convertido en una especie de trampolín desde la que suelta al fardo sedado en el que ha convertido al viejo matón.

De cabeza, clonc.

Suena la tercera canción del trío y le despierta. Sin darle tiempo a reaccionar, le coge de la nuca, le mete la cabeza en la bañera y le ahoga en su propia sangre.

Eat the Rich: there’s only one thing they’re good for
Eat the Rich: take one bite now – come back for more
Eat the Rich: don’t stop me now I’m goin’ crazy
Eat the Rich: that’s my idea of a good time baby

«Y encima con el tiempo te quedaste calbo. Elige tu propio aventura, gilipollas».

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