Bipolaire: Una madurez sin frenos

No soy el único que pecó de optimista últimamente… por fortuna. Si me revisito a mis últimos meses me encuentro siempre con la palabra compañía. Música y buenos talentos alrededor: El talento de la persona que tiene los puntos fuertes que tú tienes débiles, el talento de la persona que te llama cuando lo necesitas, el talento del amigo fiel, el talento del conversador inquieto y el del conversador viajero, el talento del que persiguió a su amor sin perder la esperanza. Viajé a buscar todas esas compañías, con un ipod bien cargado para echarle melodías a los kilómetros. Permitidme que empiece por el final de toda esta semana fantástica que ha acabado en lluvia, nieve, sofá y mantita. Un cansancio que ha merecido la pena.

Esta historia habla de cómo música y compañía se convierten en optimismo. Cuentan que hubo algo de causalidad en su encuentro. Más que azares yo creo que hubo lógica cuántica… en un espacio reducido las cuerdas con misma sintonía gustan de juntarse entre sí. El resultado fue un nuevo proceso, una mezcla de ideas y experiencias y eso siempre ha sido positivo.

Veo poco aMarazu pero es una debilidad… una de esas compañías irrenunciables. Sé que pensó en dejar todo y también sé que sólo la música le ha permitido mil veces salir a flote. Harto de tanto tropiezo perdió el equilibrio del trapecio. Su renovada sonrisa de ahora tiene mucho que ver con su encuentro con Juanmi y la irrupción de ese virtuoso llamado Imanol y su hermano Harrison.

Servidor tenía miedo al concierto. Tenía miedo a que hubiera poca gente, a que sonara mal, a que el grupo no conjuntara, a que no hubiera paracaídas para un vuelo que sería irregular y a la deriva. Ja.

Llegué y aquello estaba lleno de gente. La música la controlaba “el papa” lo que me tranquilizo aún más. La batería sonaba de escándalo…si sería buena que hasta un inculto musical como yo se dio cuenta de lo grande que era esa puñetero jovencito. Se marcaron unos primeros compases y apareció Jorge. Hacía tiempo que no le veía ahí arriba y estaba imperial. Dueño de la plaza, seguro del producto que vendía. Bien acompañado de amigos y de músicas.

Os aseguro que no podía estar más contento. Por Jorge, por su familia, por la música y ya (por elevación) por la propia Bipol-ávila. Algo se mueve, un profeta en su tierra haciendo vibrar la sala. Pero era algo más, era la autenticidad. Otro amigo más que encuentra su camino. Jorge estaba pleno y a mi se me iba dibujando una sonrisita de orgullo. Ese tío tenía un cachito mio y esto ya no hay quien lo pare.

En una tierra tan yerma de talentos, comprobar que cuatro de ellos se han juntado es una excelente noticia. Ya no es ninguna “película de ciencia ficción” decir sin “miedo” que en Ávila todavía sigue habiendo alternativa. Se llaman Bipolaire y su madurez viaja sin frenos.

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4 thoughts on “Bipolaire: Una madurez sin frenos

  1. Me gusta que hayas disfrutado y me gusta la música que has dejado por aquí, que venga a Zaragoza que con gusto voy a escucharle =)

  2. A veces, aunque solo sea a veces, algo se remueve en el centro de este poblado y parece que respira. Esperemos que esta vez dure suficiente, y antes de que la ciudad se vuelva a sumir en otro de sus largos sueños, podamos tomar un poco de aire fresco 🙂 .

    Un saludo 😉

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